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La MONUC, establecida hasta el momento únicamente en Bunia, capital del distrito de Ituri, en el nordeste del país, casi exclusivamente por un contingente de 700 soldados de Uruguay, no ha logrado contener los enfrentamientos tribales entre las etnias lendu y hema, que desde 1999 ha provocado la muerte de más de 50.000 personas y el desplazamiento de cientos de miles.

 

04/09/2003
Nuevo contingente de ONU busca pacificar Bunia

A partir del |1° de setiembre un contingente de 3.800 soldados enviados por la ONU se sumarán a las magras tropas uruguayas que integran desde 2001 la Misión de Observación de la ONU para el Congo (MONUC) en la ciudad de Bunia. Esta misión se estableció en territorio congoleño en 1999 con el fin de contener los enfrentamientos tribales entre las etnias lendu y hema, que desde ese año han provocado la muerte de más de 50.000 personas. Las migraciones de refugiados que escapan de la conflictiva región continúan hasta la actualidad.

El 1° de setiembre fueron relevadas las tropas de la Misión de Observación de la ONU para el Congo (MONUC), al establecerse en la fecha el nuevo mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para imponer la paz en Bunia, capital de la región de Ituri, República Democrática del Congo (RDC). De acuerdo a Amnistía Internacional (AI), la nueva fuerza, integrada por alrededor de 3.800 soldados, "debe demostrar su determinación y eficacia para devolver la esperanza a una población desolada por la intensificación de la violencia desmedida".

La MONUC fue puesta en funcionamiento en noviembre de 1999 y representa la más importante de las 14 misiones de paz de la ONU en el mundo, actualmente con 5.500 soldados. Su presupuesto anual supera los 500 millones de dólares. Establecida únicamente en Bunia, capital del distrito de Ituri, en el nordeste del país, casi exclusivamente por un contingente de 700 soldados de Uruguay, la MONUC no ha logrado contener los enfrentamientos tribales entre las etnias lendu y hema, que desde 1999 ha provocado la muerte de más de 50.000 personas y el desplazamiento de cientos de miles. Los combates de los últimos meses entre las tribus y los actos de canibalismo y mutilaciones perpetrados por ambos grupos contra las poblaciones civiles obligaron a la ONU a reforzar con tropas de la Unión Europea (UE) los escasos 700 militares uruguayos de la MONUC. El mandato conjunto de la UE y la ONU para la "operación Artemisa" autorizó en junio de 2003 el despliegue de unos 1.600 soldados -la mayoría franceses- de la Fuerza de Intervención Rápida en Bunia para garantizar la seguridad de la población civil de la zona. A partir del 1° de setiembre, las fuerzas de la UE estaban autorizadas a abandonar el territorio, relevadas por tropas de la ONU, provenientes, en su mayoría, de Sudáfrica, Bangladesh, Pakistán e India. Las nuevas tropas se instalarán inicialmente en el distrito de Ituri y se sumarán a las fuerzas uruguayas.

En julio de 2003 el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas había aprobado una resolución que autorizaba el despliegue de más fuerzas de pacificación y confería más poderes a la Misión de Observación de la ONU (MONUC) en la RDC para asistir en el proceso de transición a la democracia del país africano. La resolución, adoptada por unanimidad, extiendía el mandato de la MONUC hasta el 30 de julio de 2004 y autorizaba el aumento de tropas de pacificación hasta 10.800 soldados.

Lendus versus hemas

Después de tres meses de presencia de las fuerzas enviadas por la UE, la ciudad de Bunia continúa dividida en dos partes: lendus de un lado y hemas del otro. La periferia del sur de la ciudad, sobre todo los barrios mayoritariamente ocupados por poblaciones lendu, que adhieren al Frente Nacionalista e Integracionalista, grupo armado con apoyo ugandés, son inaccesibles para la etnia hema. Entretanto, la periferia norte y la parte del centro de la ciudad que incluye Mudzipela, Lembabo, Saio, y Nyakasanza, con mayoria hema, son inaccesibles para los lendu. Los civiles son linchados en plena calle y ante los ojos de la propia MONUC por el simple hecho de pertenecer, presumiblemente, a una etnia o a otra.

Estos hechos motivaron que se invocara la adopción del capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas, que permite el uso de la fuerza en caso de ser necesario. Según Yamandú Fau, Ministro de Defensa de Uruguay, esta nueva fase no significaría pasar a la acción violenta, directa. "No va a haber una orden que dice que a partir de ahora se ataca. No es así. El 1º de agosto pasamos a esta condición jurídica para tener el mismo objetivo: que el Congo viva en paz y sin la menor violencia posible", apuntó el ministro. De acuerdo a un comunicado emitido por la organización Amnistía Internacional, "es absolutamente necesario que el nuevo despliegue de la MONUC haga olvidar la incapacidad demostrada en el pasado para proteger a las poblaciones civiles de la violencia y los ataques que les amenazan".

Las huellas del conflicto

No sólo Bunia ha sido arrasada por el conflicto. Bogoro, antes un centro de atracción turística con una importante actividad económica en el territorio de Irumu, en el camino hacia Kasenyi-Tchomia, también fue asolada en medio de los disturbios. Entretanto, la ciudad de Tchomia se encuentra prácticamente vacía de habitantes, mientras que la mitad de los territorios de Jugu e Irumu han sido saqueados e incendiados por grupos armados de todas las tendencias. El terror y las masacres continúan provocando un éxodo masivo de las distintas poblaciones, desde los pueblos no protegidos por la Fuerza Multinacional de la UE hacia la ciudad de Bunia y otros lugares considerados menos peligrosos. De acuerdo a AI, un número importante de desplazados procedentes de Medu, Lipri y Zumbe, localidades situadas a las afueras de la ciudad de Bunia, vive actualmente en un campo de refugiados del aeropuerto.

"Para afrontar el desafío que representa la falta de seguridad en Bunia, y en general en toda la región de Ituri, la nueva fuerza de la MONUC deberá, en primer lugar, ganarse la confianza de la población civil que actualmente vive sumida en la más absoluta incertidumbre en cuanto al futuro y que reclama desesperadamente protección y que se haga justicia", señaló Amnistia Internacional.





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