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La elevada desigualdad determina que tres cuartos de la población, según el país, tengan un ingreso per cápita real, menor al ingreso per cápita nacional. Esto deja en evidencia el paradigma de desarrollo humano de la ONU y otras aproximaciones al cuestionar la utilidad del ingreso per cápita nacional como medición del progreso de las naciones. Como queda claro en sociedades muy desiguales como las latinoamericanas, no informa sobre la situación real de la gran mayoría de la población.

 

18/08/2003
La región más desigual del mundo

América Latina tiene la mayor brecha social de todas las regiones del mundo. En esta región, el 5% más rico recibe el 25% del ingreso nacional, mientras que el 30% más pobre recibe menos del 7,5%. El 10% más rico de la población de la región tiene un ingreso que es 84 veces mayor que el del 10% más pobre.

La principal causa de la pobreza en América Latina es la concentración del ingreso, aún más que la recesión, esto complica a la región en la meta mundial de reducir a la mitad sus índices de pobreza para el año 2015. Según un estudio realizado por Iniciativa Interamericana del Capital Social y Etica y Desarrollo del BID

Juan Carlos Feres, experto de la División de Estadísticas y Proyecciones Económicas de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL), el mayor problema de AL es "la tremenda rigidez que ha presentado la distribución del ingreso, aun en períodos de crecimiento económico". América Latina es la región más desigual del mundo, afirmó Feres.

Sólo siete de los 18 países latinoamericanos estudiados (Cuba no fue incluida en el estudio) estarían en condiciones de reducir a la mitad la extrema pobreza para el 2015, según un informe de CEPAL, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA) de Brasil. Los siete países son Argentina, Chile, Colombia, Honduras, Panamá, República Dominicana y Uruguay, de acuerdo con el estudio, elaborado este año, pero con bases en el desempeño económico y social de la región entre 1990 y 1999.

La crisis que se desencadenó en Argentina en 2000 y que se tradujo en una honda depresión económica en los dos años siguientes "compromete sus posibilidades de alcanzar ese objetivo", sostuvo Feres. Esta crisis repercutió en Uruguay, país que, sin embargo, "conserva sus expectativas de cumplir la meta" de abatir significativamente la incidencia de la extrema pobreza, señaló el experto de CEPAL.

El trabajo desarrollado en la sede de CEPAL en Santiago de Chile tomó como referencia los Metas de Desarrollo del Milenio", acordados en septiembre de 2000 por los 189 países que en ese momento formaban la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Los objetivos se fijaron para el año 2015 con referencia a la situación de 1990. El primero de ellos es reducir a la mitad el porcentaje de habitantes del planeta que viven en la extrema pobreza y el de las personas que padecen hambre.

Si se mantienen las condiciones de la pasada década, Brasil, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México y Nicaragua también disminuirán la extrema pobreza, pero a un ritmo más lento, con lo cual no lograrán la meta comprometida con la ONU, según indica el estudio. Los casos más críticos son los de Bolivia, Ecuador, Paraguay, Perú y Venezuela, donde los índices de indigencia tenderían a aumentar por efecto combinado de la caída en los ingresos de los estratos más desfavorecidos y por aumentos de la brecha de desigualdad.

De acuerdo con las cifras de CEPAL, 43,5% de la población latinoamericana estaba bajo la línea de pobreza en 1997, una reducción significativa con respecto a los 48 puntos porcentuales de 1990. Sin embargo, en 1999 el índice aumentó a 43,8%, lo que representa 211 millones de personas. Mientras, la extrema pobreza o indigencia disminuyó de 22,5% en 1990 a 19% en 1997 y a 18,5% en 1999. Este último porcentaje equivale a 89 millones de latinoamericanos.

En situación de extrema pobreza se encuentran aquellas familias cuyo ingreso mensual es inferior al costo de una canasta básica de alimentos, y en situación de pobreza los hogares que no alcanzan a reunir ingresos equivalentes al costo de dos canastas, según los sistemas internacionales de medición. Otra referencia utilizada por la ONU es considerar pobres a las personas que sobreviven con menos de dos dólares al día, e indigentes a las que tienen un ingreso inferior a un dólar diario.

Bajo cualquier parámetro, la evolución de la pobreza es objeto permanente de debates en los países de Latinoámerica, con proyecciones generalmente optimistas de los gobiernos que son refutadas por la oposición o por organismos técnicos independientes.

La inequidad latinoamericana no sólo se presenta en el plano de la desigual distribución de ingresos. Afecta otras áreas claves de la vida como el acceso a activos productivos, obtención de creditos, las posibilidades de educación, la salud y actualmente la integración al mundo de la informática. La brecha digital en ascenso está creando el riesgo de un nuevo analfabetismo, el analfabetismo cibernético, que excluye a vastos sectores de la población del fundamental circuito de información y las comunicaciones avanzadas.

En México, el gobierno de Vicente Fox anunció que 3,4 de los 100 millones de mexicanos dejaron atrás la indigencia entre 2000 y 2002, en lo que sería la primera reducción de la pobreza en 20 años, pero expertos opositores pusieron en duda el anuncio. En Brasil el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva considera en la extrema pobreza a los 46 millones de personas que serán asistidas por el Programa Hambre Cero, más del doble de la cifra de 22 millones de indigentes que manejaba la administración anterior de Fernando Henrique Cardoso.

El informe elaborado por la CEPAL, el PNUD y el IPEA incorporó una metodología innovadora, al considerar no sólo la evolución de los índices históricos de pobreza, sino también el comportamiento de la distribución del ingreso en los 18 países analizados. "Para la mayoría de los países considerados, bajar en uno o dos puntos el índice Gini, que mide la concentración del ingreso, lograría la misma reducción de la pobreza que muchos años de crecimiento económico", indicó CEPAL.

Un crecimiento económico que no afecte a la desigual distribución del ingreso no mejorará demasiado los niveles de vida de la población en extrema pobreza, pero "el remedio económico de reducir la desigualdad parece difícil de recetar", advirtió el informe. "Hay que tener políticas de largo plazo. No sólo hacer política social, sino hacer también política económica con un sesgo hacia la equidad, con fomento de la micro y pequeña empresa, donde está concentrada la mayor proporción de empleo, afirmó Feres. Asimismo subrayó la necesidad de reducir también la brecha de educación como requisito para elevar la productividad de los sectores económicos más rezagados.

La acción del estado en AL ha permitido contrarrestar, pero no neutralizar, la tendencia natural de los modelos económicos imperantes que apuntan hacia la concentración del ingreso, observó Feres. Pero al mismo tiempo, si no hay una peor distribución de los ingresos es gracias a acciones deliberadas de los gobiernos, como ocurrió en los cinco primeros años de la década de 1990 en Brasil y Uruguay, afirmó.

El caso de Chile es la prueba más clara de que la pobreza no se reduce automáticamente con el crecimiento económico, señaló el director ejecutivo del Fondo de Solidaridad e Inversión Social de Chile (FOSIS), Mario Ossandón. "Desde 1996, la indigencia no ha bajado y se mantiene en torno al 5,7%. Chile sigue creciendo, sigue diminuyendo la pobreza, pero la extrema pobreza se mantiene absolutamente estática", comentó.





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