Desarrollo sustentable Recursos energéticos renovables, la respuesta soplando en el viento. La energía eólica comenzará a convertirse en la principal fuente de energía mundial. Esta afirmación tan categórica y optimista parte estudios realizados por ingenieros de la universidad de Stanford, California, que afirman que el potencial de uso de la energía eólica es hoy sustancialmente mayor al estimado en 1991, fecha en que se comprobara que la energía producida por los estados norteamericanos que más explotan este recurso -North Dakota, Kansas y Texas- era suficiente para satisfacer las necesidades de energía eléctrica a nivel nacional. Si bien es en Europa en donde la aplicación y desarrollo de la energía eólica como fuente energética ha avanzado más últimamente, mediante grandes inversiones económicas gubernamentales que la han asumido como una forma alternativa limpia de generación eléctrica, también otros países del mundo se han ido sumando al mercado de la "industria eólica". En la evaluación conjunta realizada por la European Wind Energy Association (EWEA-Asociación Europea de la Industria Eólica) y la organización ambientalista Greenpeace en mayo de 2002, denominada Wind Force 12, se concluyó que el potencial de generación de energía del viento será capaz de abarcar el doble de la demanda mundial de electricidad proyectada para el año 2020. De estudios científicos realizados por la Universidad de Stanford se desprende, además, que si la explotación de la energía eólica se volviera realmente extensiva, incluyendo territorios excasamente poblados y regiones de enorme potencial eólico,- tales como las grandes planicies de Norteamérica, el este de Siberia y la patagonia Argentina, junto con los litorales y plataformas en ultramar-, es muy posible que no solamente puedan satisfacerse las necesidades de electricidad sino también las necesidades totales de energía a nivel mundial. Las turbinas de viento (aerogeneradores o eologeneradores), son esos estilizados "molinos" de grandes aspas metálicas que pueblan cada día más el paisaje de Dinamarca, Alemania, España y Estados Unidos, y son capaces de colmar actualmente, en el caso de Europa, las necesidades de consumo residencial de energía eléctrica de 40 millones de personas. Por su parte, la Asociación Danesa de la Industria Eólica, ha constatado que el aprovechamiento de la energía eólica ha sido la fuente de energía eléctrica de más rápido crecimiento a nivel mundial, sextuplicándose de una capacidad de generación de 4800 megawatts en el año 1995 a la de 31100 megawatts en 2002. En la evaluación hecha por Wind Force 12, se subrayó que a pesar de que esta capacidad se genera en un 70 % por emprendimientos de países europeos, existen otras regiones del mundo (en suma 45 países más, entre ellos algunos de economías dependientes como Marruecos, Argentina, Brasil y Ecuador) que aportan a dicha capacidad, y que el número de países a sumarse al "mercado del viento" tiene una proyección en ascenso. Las ventajas del viento como recurso energético Científicos tanto de las universidades de los países desarrollados, así como los de países pobres, concuerdan en que la comparación de las ventajas relativas de la producción de energía eólica frente a las de las demás fuentes energéticas conocidas hasta hoy parece augurar la preeminencia de utilización a corto plazo de la primera por sobre las segundas. En tal escenario, surge un sinnúmero de interrogantes sobre el impacto que esto causaría desde el punto de vista socio-económico, medioambiental y cultural. Los principales atributos del viento, que difícilmente puedan ser reunidos a la vez por alguna de las demás fuentes energéticas utilizadas hasta hoy, son: se trata de un recurso abundante, inextinguible, limpio y no privativo de una única región del mundo; sumado a esto, puede comprobarse, mediante la simple observación, que la localización de los eologeneradores no intefiere con los distintos posibles usos de la superficie terrestre. Es de especial importancia la no inteferencia con la explotación agrícola-ganadera de la tierra, puesto que la misma significaría sacrificar en parte una fuente de ingresos aun vital para ciertas regiones del mundo (en general los equipos ocupan muy poco espacio y el régimen de viento necesario para la colocación de los mismos difiere del idóneo para la agricultura o el pastoreo. Lo usual es verlos ubicados en empinadas colinas o en escolleras, adentrados en el mar y alejados de las zonas de navegación. Una imagen característica es la de las "granjas" eólicas danesas, colocadas sobre plataformas marinas reuniendo hasta 300 eologeneradores a la vez). Energía eólica: ¿económica para quiénes? La European Wind Energy Association, (EWEA), cuyo objetivo es actuar como un foro de intercambio de información y discusión en temas relativos a la energía eólica y promover el desarrollo del uso de la energía del eólica en general, ha estimulado, desde la década de 1990, acuerdos entre los gobiernos y/o empresas del Norte que la integran. Este estímulo determinó una gran inversión europea en la industria eólica, con la que se lograron grandes avances en la mejora de los equipos y, por lo tanto, en reducción de costos en la producción de energía eléctrica mediante el uso del potencial eólico. Dada esta reducción de costo de la energía eléctrica derivada del potencial eólico y la generalización en ascenso del uso de eologeneradores, a todas las ventajas conocidas se suma la posibilidad cada vez más viable de que, mediante la electrólisis del agua por energía eléctrica económica, comience a producirse hidrógeno como combustible. De ahí que surja con tanta vehemencia la afirmación de científicos norteamericanos, daneses y alemanes sobre la posible sustitución total de las demás fuentes de energía no renovables, ya que en el panorama actual de crecimiento de la industria eólica esto ofrecería la primera forma de acumulación de la energía proveniente del viento, y por lo tanto un completo giro en la economía global petróleo-dependiente. Constatada una disminución en las cosechas agrícolas debido a los cambios climáticos de los últimos años, con una consecuente suba de precios en la industria alimentaria, los expertos en la materia de países del norte afirman que no sería de extrañar que surgiera una fuerte presión popular para que se reduzcan rápidamente las emisiones de dióxido de carbono, y dar paso así al remplazo total del carbón y el petróleo por energía eléctrica generada a partir de energía eólica y motores propulsados a hidrógeno. También en el ámbito científico de los países del Norte se asegura que si la necesidad de esta sustitución se hiciera imperiosa, ya está disponible -y a precios accesibles- la tecnología ("conversion kits") para convertir los actuales motores de automóviles a gasolina en motores que funcionen con hidrógeno. Pero si bien estas experiencias en países del Norte parecen ser muy prometedoras para un cambio en la economía y el ambiente global, para los países pobres la cuestión no parece ser tan sencilla, pues los acuerdos en cuanto a inversiones no parecen por el momento tener intenciones de aplicación globales. A título de ejemplo, el número de empresas o dependencias de gobiernos del Sur que integran la EWEA es infinitamente menor al de las de países del Norte (ver www.ewea.org). En una entrevista del año 2001 ingenieros uruguayos, -especialistas en el tema desde hace 15 años por sus estudios en el Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental de la Facultad de Ingeniería de Universidad de la República de Uruguay-, señalaron que la comparación de costos entre la utilización de uno u otro tipo de fuente energética no es directa ni sencilla para todos los países del mundo, puesto que intervienen, además de los costos de los equipos, la disponibilidad de cada uno de los tipos de recursos utilizados hoy en día en cada región y lo que los técnicos denominan "firmeza del sistema" (posibilidad de aprovechamiento de energía, en este caso eólica, en la superficie local, a causa de la aleatoriedad de la fuente y las dificultades aun existentes para su acumulación, sobre todo en los países pobres no generadores de tecnología). Según afirmaron estos ingenieros: "La cantidad de energía y la caracterización del recurso en sí mismo deben hacerse en base al tipo de energía disponible en el lugar. Básicamente, el costo de la generación de energía eléctrica a partir de la energía eólica proviene de la inversión inicial, porque prácticamente no existen costos de operación, ni grandes costos de mantenimiento". En aquellos países del Sur, (entre ellos: Brasil, Argentina, Ecuador, Marruecos, Turquía, Rumania, Latvia, Croacia y Uruguay), que han desarrollado una cierta experiencia en "plantar molinos para cosechar energía", ( lo cosechado, más que nada, fue solamente esa generación de experiencia en el país respecto al montaje, operación y control de aerogeneradores y la capacitación de personal local en el ensayo de este tipo de dispositivos, además de estudiar las características de la energía generada localmente). Sucede que existen aún muchas barreras a romper antes de que esta alternativa de producción energética trascienda los experimentos científicos aislados. En Latinoamérica, en un principio, se tiene más en cuenta la posibilidad de complementación de las fuentes energéticas ya existentes (en general usinas hidroeléctricas) antes que la sustitución de las mismas. El uso en una escala mayor de la energía eólica como fuente de energía alternativa en los países del Sur resulta una posibilidad muy tentadora si se considera que una de las características más importantes de este tipo de recursos es la de su autonomía, pero la barrera más dificil de franquear es sin dudas la de la poca capacidad industrial instalada y la casi nula capacidad de inversión para un desarrollo significativo de la industria de la energía proveniente de fuentes renovables. Por este motivo, al menos a corto plazo, se relativiza la afirmación inicial de este artículo para el caso de los países del Sur. |
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