Los “señores de la guerra” se postulan para presidir un país fracturado A pesar de que aún no se ha firmado un acuerdo de paz que permita la restauración del estado, disuelto de hecho desde 1991, varios dirigentes somalíes se están disputando la presidencia del país. Somalia, un estado fracturado, que carece de gobierno central desde el derrocamiento del presidente Mohammed Said Barre en 1991 y que, desde entonces, ha conocido la secesión de regiones del país como Somalilandia y Puntland, ha sido gobernada, en los hechos, por señores de la guerra. La guerra ha precipitado al país en la hambruna, la inseguridad y la extrema pobreza. Nominalmente, Hussein Aidid, uno de estos señores de la guerra, fue presidente en 1996 y 1998, si bien apenas controlaba una pequeña fracción del territorio somalí. Aidid, un ex infante de la Marina de Estados Unidos (e hijo del fallecido general Mohamed Aidid, quien derrocara a Barre en 1991), es el líder del Consejo de Reconciliación y Restauración Somalí, que controla la mayor parte de sur del país y es uno de los que se está candidateando para la presidencia. En una conferencia en Nairobi prometió, en caso de ser electo, conducir a Somalia hacia la reconciliación y a la construcción de una sociedad basada en los ideales de democracia, prosperidad económica y justicia social para todos. Además, promete construir una sociedad que respete y consolide la cultura y las tradiciones somalíes. Otro de los que se candidatean es Abdulrahman Jama Barre, un ex canciller, quien es asimismo pariente cercano de Said Barre, el líder del secesionista estado de Puntland. También se ha candidateado el presidente del Gobierno de Transición Nacional (GTN), Abdulqassim Salat Hassan. La tortuosa ruta de paz El GTN fue elegido en agosto de 2000 en una conferencia de paz realizada en Djibouti, integrada por las distintas fracciones, que eligió a los 245 miembros del parlamento que siguió funcionando desde el exilio, y éste designó a Salat Hassan, quien fuera ministro del régimen de Baré, como nuevo presidente. Hassan llegó a Mogadishu fuertemente escoltado y recibió una gran bienvenida de decenas de miles de personas que se reunieron en un estadio de fútbol. En octubre, el nuevo primer ministro, Ali Khalif Galaydh, anunció su gabinete de 25 ministros, todos ellos varones y extraídos de los distintos clanes somalíes, al que calificó como "gobierno de reconciliación". Sin embargo, hasta el presente, el gobierno provisional no logró abordar a los caudillos militares, sus milicias poderosamente armadas y sortear los problemas ocasionados por la sequía. Debido a la persistencia de facciones militarmente poderosas en varias áreas del país, y a la facilidad de los caudillos para mudar de lealtades, el GTN, hasta el presente, no ha logrado consolidar su autoridad más allá de Mogadiscio, la capital. En los hechos, actualmente, es apenas una facción más en la lucha por el poder, a la que Aidid se ha comprometido a derrocar (de forma un poco innecesaria, ya que el mandato del gobierno provisorio vence el próximo agosto). Con el GTN impotente en los hechos, la única esperanza de paz, de momento, es la Conferencia Somalí por la Paz y la Reconciliación (CSPR). Surgida en octubre de de 2002, cuando líderes de facciones firmaron una declaración de cese del fuego que ha sido objeto de reiteradas violaciones, la CSPR se encuentra en curso en Nairobi, bajo el patrocinio de los países vecinos, reunidos en la Autoridad Intergubernamental sobre Desarrollo (IGAD), que lleva siete meses de conversaciones, con frecuencia confusas y controversiales y que acaba de entrar en su tercera y última fase. En la segunda fase fueron redactados seis informes sobre una Constitución interina, la devolución de tierras y bienes adquiridos ilegalmente, el desarme de las milicias y su reemplazo por fuerzas policiales y militares sujetas a la ley, la reconstrucción económica, las relaciones internacionales, la resolución del conflicto y la reconciliación. Luego de discutidos los informes, si es que logran ser armonizados, los 400 delegados somalíes elegirán un gobierno provisional de unidad nacional, que debiera conducir a las primeras elecciones democráticas del país desde 1969. La mayoría de los delegados pretende que se establezca un estado federal. Todavía no se ha decidido la forma de elección del presidente y los legisladores, ni se ha delineado el cronograma de elecciones. Numerosos analistas advierten que el proceso de paz podría quedar estancado debido a la ausencia de figuras claves y a la rivalidad de los países vecinos, que respaldan las facciones somalíes que más favorecen sus intereses. Por ejemplo, según denunció el diario Daily Nation, de Kenia, Salad Hassan organizó conversaciones de paz paralelas en Mogadiscio con la financiación y el apoyo de Arabia Saudita.Para observadores, es llamativa la ausencia de activistas de sociedad civil entre quienes se postulan para gobernar Somalia. Amnistía Internacional expresó sus grandes dudas respecto a los intereses reales de estos candidatos. Persisten muchas dudas sobre si estos líderes están comprometidos y son capaces de ejercer un gobierno responsable, expresó la organización, y exhortó al nuevo gobierno interino a defender la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Carta Africana sobre los Derechos de las Personas y los Pueblos. En 1991, unos 14 millones de personas vivían en Somalia. Durante las sucesivas guerras 2,5 millones huyeron del país. Se espera que la mayoría regrese en caso de ser restaurada la paz. |
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