SOCIEDAD Furia de sábado a la noche en el Uruguay solidario Marzo, 3 de la madrugada del sábado a la noche. A dos cuadras del Palacio Legislativo, en el “Interbailable”, antro característico de la música tropical en Montevideo, 2 mil personas bailan al son de los “Altos cumbieros” (banda argentina de cumbia “villera”) cuando tres muchachos irrumpen en el medio de la pista, apuntan a la cabeza de un joven y lo ejecutan. Algunos de los presentes se abalanzan contra el asesino y sus acompañantes. El que está armado reacciona disparando a mansalva. Hiere a cuatro personas, antes de escapar junto a los cómplices. La multitud decide dejar a un lado al muerto y a los heridos, para seguir bailando. El dueño del lugar impide que cese la música. Cuando la policía, alrededor de una hora más tarde, intenta ingresar al lugar, debe pedir refuerzos, ya que los asistentes le niegan la entrada. Cuando mucho más tarde finalmente se evacúa el lugar, alrededor de trescientas personas furiosas por haber visto el baile interrumpido, avanzan por el barrio montevideano de La Aguada rompiendo vidrieras de comercios, autos y garitas. Mientras los analistas alzan las voces mencionando “la ruptura del tejido social”, y la “brecha abierta el ministerio del Interior revisa su deficiente actuación ante estos hechos y los vecinos reclaman el cierre del tradicional salón de baile, la opinión pública se pregunta cómo alguien pudo seguir bailando con un muerto echado al costado. De acuerdo a las explicaciones del comisario de la seccional policial de la zona (, luego del disparo siguió sonando la música y la gente (que en un 60% era menor de 18 años) bailó una hora y media más, hasta que llegó la policía. Luego de efectuado el disparo, los dos funcionarios policiales pidieron apoyo. Unos 40 policías debieron evacuar a los 2 mil concurrentes, que en un principio se negaban a abandonar el lugar. Alrededor de 1.700 personas finalmente obedecieron la orden de evacuación, pero otras trescientas, al salir del local, comenzaron a apedrear todo lo que tenían a su paso: edificios, ómnibus, autos y comercios, además de garitas policiales incendiadas y paradas de ómnibus arrancadas. La seguridad habitual en este local bailable cuenta con dos funcionarios policiales privados en la puerta, que intentan evitar la entrada con armas. Además, dentro del local están los oficiales de seguridad que frecuentemente vigilan esta clase de lugares (conocidos normalmente como “patovicas”). Los tres jóvenes que entraron con el arma evadieron el control en el acceso al Interbailable, saltando desde un muro de la propiedad vecina. La víctima del crimen se llamaba Fernando Daniel Costas Alemán, tenía 23 años y desde hacía unos pocos meses había conseguido un trabajo en un taller mecánico. Aunque desde un principio se sugirió que la matanza obedecía a un “ajuste de cuentas”, ya que unos segundos antes de detonar el arma el asesino le llamó “buchón (informante) de la policía”, corre el rumor de que se trata de la víctima equivocada, que buscaban a otra persona. De acuerdo al flamante ministro del Interior José Díaz, las situaciones vandálicas que se generan en estos "mega-bailes" a los que concurren "centenares y centenares de personas" son generadas por varias causas que inciden en la ruptura de los códigos de convivencia. “Esto debe ser atacado en forma multimodal, tomando medidas rápidas, que corten esta situación que se había vuelto habitual en el barrio en las semanas anteriores”, apuntó Díaz. El principal sospechoso del asesinato fue capturado. Entre las primeras medidas de respuesta, se clausuraron por 30 días cuatro locales bailables de la zona, y se revisa la normativa que rige en este tipo de bailes multitudinarios. Unos seiscientos vecinos cortaron la calle el lunes 14 de marzo en señal de protesta por la inseguridad del barrio. Esta crónica roja no muestra más que una manifestación del sustrato social, profundamente debilitado, que prevalece en el Uruguay actual. El país solidario al que apeló el nuevo presidente Vázquez en su discurso inaugural no parece ser el de los dos mil concurrentes al Interbailable que, en medio de una ocasión festiva, bailaron indiferentemente al lado de un cadáver y luego impidieron el acceso de la policía, ni tampoco el de las trescientas personas que, en protesta por el baile interrumpido salieron a romper lo que encontraron a su paso. Parece necesario atender los síntomas del Uruguay quebrado para no suponer que un plan de emergencia logrará más que lo que un primer auxilio puede oxigenar a varias generaciones condenadas por la miseria cultural. Cifras primarias El 1° de marzo, en su discurso nocturno al pie del Palacio Legislativo (a dos cuadras del Interbailable) el día de su asunción al mando, el presidente Tabaré Vázquez anunció la inminente puesta en vigor del plan de emergencia y citó algunos datos revelados por el Instituto Nacional de Estadísticas sobre la paupérrima situación económico/social vigente. Mientras en el año 2000 el porcentaje de personas pobres en el Uruguay llegaba casi al 18%, en el año 2003 el número había ascendido al 31%. En tres años (período 2001-2004) casi se duplicó la pobreza en Uruguay. En el año 1991, el 41% de los niños de cero a 5 años eran pobres. En el año 2003 el porcentaje de menores pobres era de 57%. Entretanto, entre niños y adolescentes de 13 a 17 años el porcentaje de pobres aumentó de 33% a 43% en el mismo período. Mientras en el año 2000 Uruguay ocupaba el puesto 37 en el índice de desarrollo humano, dos años después había caído al 46. El Instituto Nacional de Estadísticas señala que en el último quintil de la pobreza, del millón de gente en condiciones de pobreza en Uruguay –uno cada tres uruguayos–, están aquellos con la pobreza más extrema, que son aproximadamente 200 mil. “Muchos, muchos, los más pobres, los más pobres de este país han perdido mucho y a ellos habrá que devolverles más y más rápidamente”, dijo Vázquez en su discurso, y agregó: “Por eso el Plan de Emergencia. Porque hay gente que ha perdido demasiado y no puede seguir esperando. Porque asistir a quien padece de desamparo social, que es algo más grave aún que la pobreza material, no es un acto de caridad, es un deber de la sociedad para quien tiene el derecho a ser asistido. Porque los pobres no son objeto de caridad, son sujetos de derecho”, anunció, con vehemencia, el premier. |
Instituto del Tercer Mundo - Guía del Mundo Juan D. Jackson 1136, Montevideo 11200, Uruguay Phone: ++598 (2) 419 6192; Fax: ++598 (2) 411 9222 mail: guiatmchasque.net
|