Los objetivos deben verse como un conjunto indivisible. Si bien las metas que se quieren alcanzar se centran principalmente en los siete primeros Objetivos y en cómo afectan a los países en desarrollo, el éxito o el fracaso general de la iniciativa dependerá de la consecución del octavo: el que establece los compromisos contraídos por los países ricos para aumentar su ayuda financiera a los pobres y mejorar las reglas del sistema internacional.

 

08/12/2004
Objetivos del milenio
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El incumplimiento de los Objetivos del Milenio (ODM) determinaría la muerte, entre 2004 y 2015, de 45 millones más de niños y niñas de los que se hubieran "perdido" si el objetivo de reducir la mortalidad infantil comprometido por las metas no hubiera fracasado, afirmó Oxfam Internacional en su informe "Pagar el precio: por qué los países ricos deben invertir ahora en una guerra contra la pobreza", publicado en diciembre de 2004.

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, firmados por los jefes de Estado y gobierno de 189 países en las Naciones Unidas en el año 2000, suponen el compromiso de los líderes mundiales de, para el año 2015, reducir a la mitad la pobreza y el hambre, reducir en dos terceras partes la mortalidad de los menores de 5 años, mejorar los estándares de la salud, proporcionar educación para todos, detener el avance de enfermedades como el VIH/SIDA, y garantizar la sustentabilidad del medio ambiente. El primer objetivo –conseguir el acceso universal para las niñas a la educación primaria y secundaria en 2005– está lejos de ser cumplido. Las metas serían alcanzadas por los países pobres mediante una financiación otorgada por los países ricos, comprometidos a destinar para esta causa el 0,7% de su producto bruto interno (PBI), así como orientar la ayuda hacia la reducción de la pobreza y aliviar la carga de las deudas contraídas por los países pobres.

Una evaluación realizada por el informe de la organización británica Oxfam revela que de aquí a 2015 morirían 45 millones más de niños y niñas, ya que el objetivo de reducción de la mortalidad infantil estaría fracasando. Entretanto, se estima que ese año habría 247 millones más de personas viviendo con menos de un dólar al día en África subsahariana, que 97 millones más de niños y niñas estarían aún fuera de la escuela y que 53 millones más de personas en todo el mundo carecerían de instalaciones adecuadas para el saneamiento.

De acuerdo a "Pagar el precio", en la actualidad los países ricos destinan a la reducción de la pobreza, proporcionalmente a su renta, la mitad de lo que destinaban en la década de 1960: mientras entre 1960 y 1965 gastaban como media el 0,48% de su renta nacional combinada en ayuda, entre 1980 y 1985 sólo gastaban el 0,34% y en 2003 la cifra había caído a 0,24%. En 2003, entretanto, los países pobres pagaron 39.000 millones de dólares como servicio de la deuda, mientras que sólo recibieron 27.000 millones como ayuda (por cada dólar que reciben deben pagar 1,44 dólares a sus acreedores). Zambia, por ejemplo, gasta más, actualmente, en el servicio de la deuda que en el sistema educativo.

Según el estudio de Oxfam, si se cumpliera con el propósito de destinar el 0,7% del PBI de los países ricos a la ayuda de los países de renta baja (una meta establecida por las Naciones Unidas en 1970) se generarían 120.000 millones de dólares, suficientes para cumplir con los ODM. Sin embargo, sólo cinco de los 22 donantes de la OCDE (ninguno de los incluidos en el G7: Alemania, Francia, Italia, Japón, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá) cumplen con esta meta. Estados Unidos, que gasta en su programa militar al menos seis veces más de lo que supondría aumentar su presupuesto de ayuda, no cumpliría con este objetivo hasta el año 2040, y Alemania no lo haría hasta 2087. Durante 2003, sólo España y el Reino Unido establecieron plazos para alcanzar el 0,7% establecido.

LOS OBJETIVOS DEL MILENIO: UN NUEVO DESAFÍO   En el año 2015 pondrá fin al cronograma dispuesto para alcanzar los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Los primeros siete apuntan a reducir la pobreza, promover la dignidad humana, la igualdad y a alcanzar la paz, la democracia y un desarrollo sustentable. Para lograrlos, la declaración incluye una serie de acciones que los países ricos del Norte se comprometen a realizar para aumentar su ayuda a los países pobres del Sur.
  Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) son ocho metas de desarrollo sustentable ratificadas por 189 jefes de Estado durante la Cumbre del Milenio de la ONU en 2000.
Estos ocho objetivos son:

  1- Erradicar la pobreza extrema y el hambre.
2- Garantizar educación primaria para todos los niños y niñas.
3- Promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
4- Reducir en dos tercios la tasa de mortalidad de los menores de cinco años.
5- Reducir en tres cuartos la tasa de mortalidad en los partos.
6- Detener y revertir la expansión del SIDA y la incidencia de la malaria y otras enfermedades epidémicas.
7- Garantizar la sustentabilidad ambiental.
8- Desarrollar una alianza global para el desarrollo.
 

1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre

a) Reducir a la mitad el porcentaje de personas que viven en la pobreza extrema De acuerdo al Informe de Desarrollo Humano del PNUD del 2003, más de 1.200 millones de personas –una de cada cinco en todo el mundo– sobrevive con menos de $1 al día. Durante la década de 1990 el número de personas que padecían pobreza extrema disminuyó de un 30% a un 23%. Pero dado el crecimiento poblacional del planeta, este número disminuyó en tan solo 123 millones, una pequeña fracción del progreso que se necesita para eliminar la pobreza. Por otra parte, si se excluye a China, el número de personas que sufren de pobreza extrema en realidad ascendió en 28 millones.
 

b) Reducir a la mitad el porcentaje de personas hambrientas

El número de personas hambrientas disminuyó a cerca de 20 millones en los años 1990. Pero si se excluye a China de la estadística, el número de hambrientos en realidad aumentó. El Sur de Asia y África subsahariana albergan las mayores concentraciones de personas hambrientas del mundo.

2. Garantizar educación primaria para todos los niños y niñas  

Si bien en todas las regiones en desarrollo más del 80% de los niños están matriculados en la escuela primaria, alrededor de 115 millones de niños no están escolarizados. Uno de cada seis adultos en el mundo es analfabeto y la brecha de género persiste, ya que unas tres quintas partes de los 115 millones de niños sin escolarizar son niñas, y dos tercios de los 876 millones de analfabetos adultos son mujeres. En la mayoría de los países, el acceso a la educación básica no es equitativo; el 20% de las personas más pobres reciben mucho menos del 20% del gasto público, mientras que el 20% de las personas más ricas consiguen mucho más. La educación primaria recibe mucha menos financiación que la secundaria y la superior, situación que discrimina a los pobres que son los que más se benefician de la educación básica.

3. Promover la equidad de género y el empoderamiento de las mujeres

Promover la equidad de género y la autonomía de la mujer es un objetivo clave de la Declaración del Milenio, ya que las mujeres son agentes de desarrollo, multiplicadoras de la productividad.
En casi todas las sociedades las mujeres son las principales cuidadoras, su educación contribuye en mayor medida que la del hombre a la salud y la educación de la generación siguiente; y aún más si desempeñan un papel importante en la toma de decisiones familiares, o pueden llevar a cabo acciones colectivas para exigir más derechos. Las mujeres que reciben mejor educación y cuya salud es más fuerte también contribuyen a una mayor productividad y por consiguiente a unos ingresos domésticos más elevados. Las mujeres que han recibido educación tienen menos hijos y más sanos, acelerando la transición hacia tasas más bajas de fecundidad.

 4, 5 y 6.  Reducir en dos tercios la tasa de mortalidad de los menores de cinco años, reducir en tres cuartos la tasa de mortalidad en los partos, detener y revertir la expansión del SIDA y la incidencia de la malaria y otras enfermedades epidémicas     Más de 10 millones de niños mueren cada año a causa de enfermedades prevenibles –30.000 al día–. Más de 500.000 mujeres mueren al año durante el embarazo o el parto. Existen 42 millones de personas en el mundo que viven con el VIH/SIDA, de las que 39 millones pertenecen a países en desarrollo. La tuberculosis sigue siendo (junto con el SIDA) la enfermedad infecciosa con mayor mortalidad en adultos, causando hasta 2 millones de muertes al año. Las muertes por paludismo, actualmente 1 millón al año, podrían duplicarse en los próximos 20 años. Muchas de estas muertes podrían evitarse con el simple uso de mosquiteras, parteras, antibióticos, una higiene básica y el acceso al Tratamiento Vigilado de Corta Duración, para combatir la tuberculosis, lo que no requeriría alta tecnología.
Los sistemas sanitarios carecen de recursos (especialmente en la atención sanitaria básica), no son equitativos y no son eficientes. Más de 1.000 millones de personas en los países en desarrollo, una de cada cinco, no tiene acceso a agua potable y 2.400 millones carecen de un servicio mejorado de saneamiento. Ambos accesos pueden plantear cuestiones de vida o muerte. Los más afectados son las personas pobres que viven en zonas rurales y en los barrios urbanos más precarios.
    7-. Garantizar la sustentabilidad del medio ambiente  

Existe una irregularidad geográfica en lo referente al consumo, al daño ambiental y al impacto humano. Los países ricos generan la mayor parte de la contaminación ambiental del mundo y agotan muchos de sus recursos naturales. Los pobres son las más vulnerables a las sacudidas y tensiones ambientales, como los efectos anticipados del cambio climático mundial. La degradación del suelo afecta a casi 2.000 millones de hectáreas, perjudicando así el sustento de hasta 1.000 millones de personas que viven en tierras áridas. Alrededor del 70% de las industrias pesqueras están saturadas y 1.700 millones de personas –un tercio de la población de los países en desarrollo– vive en zonas que sufren estrés hídrico. Unos 900 millones de personas pobres que viven en zonas rurales dependen de productos naturales como parte importante de su sustento. Hasta una quinta parte de las causas de enfermedades en los países pobres puede estar ligada a los factores de riesgo del medio ambiente. Los cambios climáticos podrían dañar la productividad agrícola en los países pobres y aumentar los riesgos, exponiéndoles a inundaciones y otras catástrofes.

8- Fomentar una asociación mundial para el desarrollo

Para que los países en desarrollo puedan alcanzar los Objetivos 1-7 para el año 2015, los países ricos tienen que conseguir progresar en ciertas áreas críticas antes de entonces, con fechas límite, de forma que se pueda realizar un seguimiento del progreso. Los países pobres no pueden, por sí mismos, abordar las limitaciones estructurales que les mantienen inmersos en la pobreza. Estas limitaciones incluyen los aranceles y las subvenciones de los países ricos que restringen el acceso al mercado para sus exportaciones, las patentes que limitan el acceso a tecnologías que pueden salvar vidas y la insustentabilidad de la deuda con los gobiernos y las instituciones multilaterales de los países ricos.
 

Los objetivos deben verse como un conjunto indivisible. Si bien las metas que se quieren alcanzar se centran principalmente en los siete primeros Objetivos y en cómo afectan a los países en desarrollo, el éxito o el fracaso general de la iniciativa dependerá de la consecución del octavo: el que establece los compromisos contraídos por los países ricos para aumentar su ayuda financiera a los pobres y mejorar las reglas del sistema internacional.
 

¿Un compromiso más?

Los ODM abordan muchos de los reveses más recurrentes del desarrollo humano. Sin embargo, a diferencia de los objetivos planteados en los tres primeros decenios de las Naciones Unidas para el Desarrollo (años 1960, 1970 y 1980), centrados en el crecimiento económico, en estos Objetivos se da prioridad al bienestar de la humanidad y a la reducción de la pobreza.

Los ODM reflejan las principales metas establecidas en distintas conferencias de las Naciones Unidas sobre desarrollo celebradas en los años 1990. Son el resultado de muchas consultas nacionales, regionales e internacionales en las que participaron millones de personas en representación de una gran variedad de intereses, incluyendo los de los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y representantes del sector privado.
 

Desde el primer Decenio para el Desarrollo en los años 1960, la comunidad internacional, a menudo liderada por las Naciones Unidas, se ha planteado muchos objetivos de desarrollo, pero también ha vivido múltiples reveses. Por ejemplo, en la Declaración de Alma Ata de 1977, el mundo se comprometió a facilitar atención sanitaria a todas las personas para finales de siglo. Sin embargo, en el año 2000, millones de pobres murieron de enfermedades pandémicas, muchas de ellas fácilmente prevenibles y tratables. En la Cumbre Mundial en favor de la Infancia de 1990, el mundo se comprometió a brindar educación primaria universal para el año 2000, pero esta meta también quedó lejos de cumplirse.
    El crecimiento económico no es suficiente  

Durante los años 1980 y gran parte de los 1990, muchos de los esfuerzos desplegados por las instituciones financieras y los principales países donantes en favor del desarrollo obedecían a la convicción de que las fuerzas del mercado encauzarían a los países pobres en el camino del crecimiento económico autosostenido. La globalización parecía ser el nuevo gran motor del progreso económico mundial.

El debate sobre el desarrollo se centraba en torno a tres cuestiones generales. La primera era la necesidad de reformas económicas para conseguir la estabilidad macroeconómica. La segunda era la necesidad de instituciones y gobernabilidad sólidas, que consiguieran hacer respetar las leyes y controlar la corrupción. La tercera era la necesidad de justicia social y de participación ciudadana en la toma de decisiones.

Estas cuestiones son cruciales para un desarrollo humano sostenible, y siguen mereciendo atención prioritaria a la hora de elaborar políticas. No obstante, existe un cuarto factor que no se ha tenido en cuenta: las limitaciones estructurales que impiden el crecimiento económico y el desarrollo humano. Se suponía que los países pobres podrían lograr el crecimiento económico siempre y cuando realizaran una buena gestión económica, basada en los preceptos de estabilidad macroeconómica, liberalización de los mercados y privatización de la actividad económica. Se esperaba que el crecimiento económico trajera consigo mejoras generalizadas en salud, educación, nutrición, vivienda y acceso a infraestructuras básicas como agua potable y saneamiento, lo que permitiría a los países salir de la pobreza. Pero a pesar de la mejora del nivel de vida que la globalización ha aportado en algunas regiones del mundo, cientos de millones de personas han experimentado reveses económicos en lugar de avances, y más de mil millones luchan cada día por sobrevivir al azote del hambre y de una salud precaria.
 

El crecimiento económico no es suficiente porque sigue dando la espalda a las personas y zonas más pobres del mundo. De nada vale el crecimiento económico si la gestión pública no invierte en desarrollo humano.

La singularidad de los ODM reside en el reconocimiento explícito de que la erradicación de la pobreza sólo puede conseguirse con una colaboración más estrecha de todos los agentes del desarrollo y con más acciones desde los países ricos, como la apertura del comercio, el alivio de la deuda, la transferencia de tecnología y la prestación de asistencia.
  Seguimiento  

Durante los últimos 30 años se han producido extraordinarias mejoras en los países en desarrollo. No obstante, el desarrollo humano progresa con demasiada lentitud.
 

Para muchos países, los 90 fueron una década de desesperación. Alrededor de 54 países son ahora más pobres que en 1990. En 21 países se ha incrementado el porcentaje de personas que pasan hambre. En otros 14, mueren más niños menores de 5 años. En 12, las matriculaciones en la escuela primaria están descendiendo. En otros 34, la esperanza de vida también ha disminuido. Pocas veces se habían producido semejantes retrocesos en las tasas de supervivencia.

Otra señal de la crisis del desarrollo es que en 21 países se ha producido un descenso del índice de desarrollo humano (IDH, una medida que resume las tres dimensiones del desarrollo humano: disfrutar de una vida larga y saludable, recibir educación y tener un nivel de vida digno). Se trata de un fenómeno poco común hasta finales de los 80, puesto que las capacidades que capta el IDH no se pierden fácilmente.
 

Si el progreso mundial continúa al mismo ritmo que en los 90, tan sólo los Objetivos de Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad la pobreza de ingresos y el porcentaje de personas que carecen de acceso a agua potable tendrán posibilidades de realizarse, principalmente gracias al peso estadístico del crecimiento económico en China e India.

Desde una óptica regional, al ritmo actual, los países al sur del Sahara no alcanzarían los Objetivos de pobreza hasta el año 2147 y, en lo que respecta al VIH/SIDA y el hambre, la tendencia en esta región es a aumentar, en lugar de disminuir.
  El hecho de que tantos países en el mundo estén muy lejos de conseguir los ODM en los años que faltan hasta el año 2015, indica la necesidad urgente de un cambio de procedimiento. Sin embargo, los logros que se han conseguido hasta ahora en cuanto a desarrollo muestran lo que es posible conseguir incluso en países muy pobres.
 

Revisión del Proyecto Milenio  

La comunidad internacional necesita establecer un orden de prioridades sobre cómo alcanzar los ODM. Éstas deben basarse en el análisis objetivo de los mayores retos y obstáculos que se plantean, en los datos sobre lo que ha funcionado (y no ha funcionado) y en las ideas sobre nuevas acciones que pueden emprenderse para acelerar el progreso. Para realizar este análisis, el Secretario General de las Naciones Unidas ha creado el Proyecto del Milenio, una iniciativa que reúne a casi 300 expertos de todo el mundo procedentes del sector académico, la sociedad civil, las organizaciones internacionales y los sectores público y privado, que emitirán un informe final en el año 2005.
 

Críticas desde la Sociedad Civil

El contenido de los ODM derivan de un exhaustivo proceso de trabajo acumulado donde las organizaciones de la sociedad civil fueron parte fundamental. De todas formas, su participación indirecta y no de derecho hace que la sociedad civil no sienta como propios los Objetivos surgidos de la Cumbre. Para ella, los ODM encarnan el discurso oficial dominante sobre desarrollo y reflejan el consenso obtenido entre países pobres y ricos a nivel gubernamental, que es aún ajeno a la sociedad civil, desde donde han surgido posiciones encontradas.

La sociedad civil no tuvo participación directa en la Cumbre del Milenio, la Declaración del Milenio ni de la redacción de los Objetivos del Milenio. Como resultado las reacciones han sido encontradas: si bien el apoyo a la iniciativa por parte de los gobiernos fue observado como un importante signo de compromiso, existe una preocupación justificada acerca de la naturaleza apolítica, cuantitativa y minimalista de los objetivos. Aunque las metas sean alcanzables, algunos actores de sociedad civil las criticaron por considerarlas “mínimas” para conformarse como objetivos de desarrollo del milenio y consideran que la declaración del milenio significa un importante consenso político internacional pero no representa una estrategia de desarrollo. Frente a la expectativa de encontrar respuestas a las causas sistémicas de la continua pobreza o del aumento de la desigualdad y la polarización en el mundo, los Objetivos son criticados como significativamente poco ambiciosos, en comparación con los recursos existentes, y como metas situadas en el límite de lo moralmente aceptable.
  De acuerdo a un informe realizado en el 2002 (WFUNA-Instituto Norte Sur) entre las organizaciones de la sociedad civil, un tercio de los grupos encuestados dice no tener un conocimiento cabal sobre el contenido de los Objetivos, y el 53% de los que lo conocen, lo encuentran insuficiente. Si se desglosa la información por regiones, los Objetivos fueron mejor recibidos en los países ricos y en los menos desarrollados y peor recibidos en los países en vías de desarrollo o de desarrollo dispar.
 

Representantes de la sociedad civil realizaron cinco cuestionamientos básicos frente a los ODM:

1 Cuestionan la factibilidad de los ODM. ¿Por qué habría de movilizarse la población frente a las  últimas metas de las ONU cuando tantas metas anteriores permanecen incompletas? 2 Critican la minimización de las nuevas metas respecto de las anteriores, por ejemplo el Objetivo de reducir a la mitad el número de personas por debajo de la línea de pobreza, que tal y como fue redactado, se considera que excluye de su intención a la mitad de los más pobres de los pobres.
3 Acusan a los Objetivos de reducir las políticas de desarrollo a medidas de carácter asistencialista que no suponen ningún avance en materia de evitar el crecimiento de la desigualdad que afecta a la población en general.
4 El cuarto es de índole política y exige que se haga un justo balance entre lograr el compromiso de los países ricos para aliviar la situación de los más pobres, y abandonar o diluir la discusión sobre los problemas sistémicos derivados de la arquitectura financiera internacional, que afectan negativamente a toda la población mundial.
5 Critican la indefinición y la vaguedad con que están redactados los Objetivos cuando se refieren a los compromisos contraídos por los países ricos. Alivio de deudas, acceso a mercados y aumento de ayuda, no fueron ligados a ninguna fecha ni indicador específico, mientras que los compromisos contraídos por los países pobres respecto a servicios básicos y medioambiente, pueden socavar la soberanía de los mismos sobre sus recursos naturales y dejarlos aún más expuestos a los lineamientos de las instituciones financieras internacionales.




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