Pobreza infantil La América de los pequeños jornaleros Casi 2 millones de niñas y niños de 5 a 17 años trabajan en países de América Central, afirma una investigación realizada por el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil. Entretanto, en Colombia, uno de cada siete niños (más de 1,5 millones) no reciben remuneración alguna por el trabajo que desempeñan. Hay 1.939.389 niñas y niñas de 5 a 17 años
que trabajan en Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras,
Nicaragua y Panamá, según reveló el informe
realizado por el Programa Internacional para la Erradicación
del Trabajo Infantil (IPEC, por sus siglas en inglés),
cuyos resultados fueron divulgados por InterPress
Third World News Agency (IPS). Esos trabajadores infantiles
constituyen el 16,2% de los casi 12 millones de niñas y
niños de América Central en esa franja etaria. Todos
estos niños y niñas deben soportar grandes dificultades
para continuar con sus estudios. El principal sector en que trabajan
es la agricultura (donde además de cumplir largas jornadas
laborales y cargar pesos excesivos están expuestos a tóxicos
pesticidas), seguida por el comercio, los servicios y la manufactura. Según la ONG Comisión para la Defensa de los
Derechos Humanos en Centroamérica (Codehuca), la situación
de los niños trabajadores refleja las precarias condiciones
sociales del istmo, agravadas tras el fin de guerras civiles y
otros conflictos armados. De acuerdo a Daniel Camacho, coordinador
general de Codehuca, el trabajo infantil es una muestra más
de la constante violación de los derechos económicos,
sociales y culturales en la región. En Colombia la situación
no es más auspiciosa. De acuerdo a datos revelados por
la encuesta de Trabajo Infantil en Colombia realizada en 2001
por el Departamento Nacional de Estadísticas (DANE), el
13,2% de un total de 11,3 millones de niños colombianos
son explotados laboralmente. Uno de cada siete (más de
1,5 millones) -en edades que oscilan entre los 5 y 17 años-
no reciben remuneración alguna por el trabajo que desempeñan.
Entretanto, los que reciben un pago no ganan ni la cuarta parte
del salario mínimo oficial (11,58 dólares). Entre
los 11,3 millones, existen 1,1 millones de menores que no asisten
a la escuela, 184 mil están buscando trabajo y 8 millones
se ocupan de las tareas del hogar. Más del 25% hacen trabajos
considerados de alto riesgo. Según la encuesta
la mayoría de los niños trabajan para ayudar económicamente
a su núcleo familiar. Sólo el 30% de los menores
trabaja porque “le gusta”. El 60% tiene jornadas laborales
de menos de 24 horas por semana; el 23%, entre 25 y 48. Alrededor
de 235 mil niños (el 15%) trabaja más de 48 horas
semanales. Según datos de la UNICEF, entre los 6,5 millones
de niños colombianos que viven en la pobreza, 1,13 millones
sufren de miseria absoluta. En Colombia, mientras
sólo 2,1 millones de infantes tienen la oportunidad de
dedicarse al estudio, 1,1 millones de niños están
marginados del sistema escolar. De estos, el 41% dijo que no iba
al colegio porque sus padres no tenían dinero, mientras
que el 20% señaló que la razón principal
para no asistir a la escuela era que no le gustaba el estudio.
En los últimos
años, el gobierno de Colombia viene trabajando mano a mano
con el Programa de Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC)
y la Organización Internacional de Trabajo (OIT) para disminuir
la vinculación de niños al mercado laboral. Una de las estrategias
realizadas en los últimos años por el gobierno de
Colombia, el IPEC y la OIT consiste en otorgar un reconocimiento
económico anual al municipio con mayor desarrollo en políticas
para la erradicación del trabajo infantil. En 1999, los estados miembro de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que son la gran mayoría de los miembros de Naciones Unidas, firmaron el Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil cuya meta sería liberar a cientos de millones de menores de la esclavitud y de la servidumbre por deudas, la prostitución y la pornografía, el trabajo peligroso y el reclutamiento forzoso. El Convenio 182, que se aplica a toda persona menor de 18 años, exige "medidas inmediatas y eficaces para conseguir la prohibición y la eliminación de las peores formas de trabajo infantil con carácter de urgencia. Según el convenio, los estados ratificantes deberían "elaborar y poner en práctica programas de acción" para eliminar, como medida prioritaria, las peores formas de trabajo infantil y "establecer o designar mecanismos apropiados" para vigilar la aplicación del Convenio, previa consulta con las organizaciones de empleadores y trabajadores. Además, los ratificantes deberían "prestar asistencia para librar a los niños de las peores formas de trabajo infantil y asegurar su rehabilitación; asegurar a todos los niños que hayan sido librados de las peores formas de trabajo infantil el acceso a la enseñanza básica gratuita o a la formación profesional; identificar a los niños que están particularmente expuestos a riesgos; y tener en cuenta la situación particular de las niñas". Recomienda, asimismo, que las peores formas de trabajo sean consideradas delito por parte de los estados ratificantes y que éstos impongan sanciones penales a aquellos que los cometan. Otra visión: el trabajo infantil combate la pobreza Si los problemas subyacentes no son tomados en cuenta, en lo inmediato el hecho de sólo arrancar al niño de su lugar de trabajo y mantenerlo en la escuela podría hacer más daño que provecho. En un congreso sostenido en Ciudad de México, en 1998, la Central Latinoamericana de Trabajadores (CLAT) enfatizó que para entender la magnitud del problema era importante comprender que los niños y niñas que trabajan contribuyen con un ingreso adicional a su propia supervivencia, así como la de sus familias. Agregó que, si el trabajo infantil fuera completa e inmediatamente eliminado, la pobreza empeoraría en aquellas familias con menores ingresos, profundizando la miseria y la marginación. Una ley de prohibición del trabajo infantil severa, que no ofrezca una solución alternativa (planificación familiar, pago económico o en bienes por asistir a la escuela) podría perjudicar aún más la precaria existencia de los niños. El CLAT propuso vincular los esfuerzos para erradicar el trabajo infantil con la lucha en pos de trabajos decentes, salarios justos, educación de calidad y entrenamiento profesional efectivo. |
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