Las Reformas Educativas en general combinan propósitos
de carácter financiero: reducir el gasto en educación
del Estado Nacional, de carácter competitivo: preparar
recursos humanos de mayor calidad para estar en condiciones de
competir internacionalmente y de carácter social en búsqueda
de equidad.
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13/04/2004
Educación-América Latina
Las Reformas Educativas
Al analizar el impacto de la globalización en la educación latinoamericana es inevitable la referencia a la ideología neoliberal y a las políticas educativas de ella derivadas. Estas políticas han sido impulsadas por las llamadas Reformas Educativas que con mayor o menor suerte se han impuesto en Latinoamérica en aras de una supuesta de modernización y otorgarle eficiencia a la obsoleta escuela pública.
Según Ricardo Luis Plaul, redactor de Argenpress,
y tal como lo afirma el profesor venezolano Roberto Donoso Alvarez,
en las reformas educativas aplicadas en América Latina,
existe un discurso, una fábula con un contenido que se
desliza en medio de un proceloso mar de promesas y desencantos.
Al agudizarse las crisis sociales se encuentra en la educación
el chivo expiatorio de todos los males y se termina admitiendo
con vehemencia la necesidad perentoria de la Reforma, afirma Plaul.
Surgen entonces los especialistas en currículum y las falsas
consultas participativas a los docentes. El currículo se
modifica y la enseñanza disminuye.
Para Donoso es necesario desenmascarar el carácter mítico
de estas "innovaciones" educativas, es decir cierto
grado de fantasía, una ingenuidad que se origina en una
visión parcial de los problemas y una promesa de 'verdad'
que provoca enormes capacidades de movilización en función
de los éxitos esperados. El mito en la actualidad tiene
una presencia subliminal y está encubierto bajo una autoproclamada
racionalidad científica. Resulta vergonzoso para el hombre
actual admitir que su accionar está orientado por móviles
de orden mítico. Sin embargo el mito se instala silenciosamente
en la sociedad postmoderna como respuesta a frustraciones, desencantos
e incertidumbres. Reduce la ansiedad y hace manejable el temor.
Así es como el Neoliberalismo ha desarrollado el mito del
Mercado: mediante un juego de libre intercambio se producirá
el bienestar de todos y nos libraremos del hambre y la pobreza.
Así como la Modernidad desarrolló el Mito de la
Edad de Oro: sociedad sin conflictos ni tensiones sociales, futuro
de orden y progreso, al que llegaría la humanidad a través
de la racionalidad científica, y en el siglo XIX se creyó
que el Estado de Bienestar promovería el desarrollo, viviéndose
la ilusión mítica de que se llegaría a una
sociedad armónica y equitativa; actualmente en el Super-Mercado
se deposita toda la confianza ya que éste busca siempre
optimizar las ganancias y los beneficios.
Salud y Educación, si pasaran a formar parte de la iniciativa
privada, venciendo las desconfianzas de algunos docentes atrasados
posibilitarían, según esta postura, que los más
eficientes, los más aptos, los más idóneos
sobrevivieran exitosamente. Las Reformas Educativas en general
combinan propósitos de carácter financiero: reducir
el gasto en educación del Estado Nacional, de carácter
competitivo: preparar recursos humanos de mayor calidad para estar
en condiciones de competir internacionalmente y de carácter
social en búsqueda de equidad.
El concepto de calidad ha adquirido significados diversos según
los distintos grupos de interés que lo utilicen. Su origen
se encuentra en el ámbito de la gestión administrativa-empresarial
y al ser trasladado de manera acrítica y mecánica
al ámbito educativo entonces adquiere un sentido diferente
según quién lo utilice. Así los educadores
pueden referirlo a sus condiciones laborales o a cambios curriculares;
los padres a resultados de aprendizaje tangibles para sus hijos;
los empleadores a una fuerza de trabajo sumisa y disciplinada.
Su sentido puede ser diverso para una autoridad ministerial, para
un docente, para un legislador, para un economista o para un pedagogo.
El Banco Mundial sostiene, por ejemplo, que la calidad de un proceso
educativo se debe juzgar por sus resultados. Así calidad
y eficiencia convergen en función de intereses que no son
precisamente educativos. La mayoría de las veces el concepto
es considerado sin referirlo a la estructura de clases sociales
diferenciadas y se continúa hablando como si las sociedades
de América Latina fueran simétricas, organizadas
a partir de una justa distribución de la riqueza. El tema
de la calidad se trata de manera aséptica como si no tuviera
que ver con realidades de vida. El problema de la calidad no puede
dejar de relacionarse con el de la igualdad. La calidad en educación
es posible cuando ésta, como un bien social, se distribuye
igualitariamente entre todos los ciudadanos.
La calidad podrá cambiar en la medida en que se modifiquen
los factores que contribuyen directa o indirectamente a la generación
de promedios de rendimiento diferentes y que obstaculizan una
satisfactoria distribución de los resultados. Aspirar a
reformar la educación sin alterar las condiciones de vida
reales de los partícipes del proceso es una vana ilusión
de los gobernantes de turno. Suponer que el problema de la calidad
de la educación se resuelve con medidas parciales, que
concentren los esfuerzos y recursos en tópicos puntuales
de la educación, es negar el grado de interrelación
y dependencia que tiene la educación con su entorno. Mientras
subsista la segmentación social, difícilmente podrá
haber educación de calidad, la misma es un derecho y no
un privilegio de minorías.
Una segunda política central de las actuales reformas es
la de la descentralización. La impronta neoliberal con
su racionalidad económica, enfatiza en la descentralización
, la necesidad de disminuir el gasto público, privatizar
la contratación de profesores, transferir la mayor parte
del aparato educativo al sector privado de manera de ahorrar recursos.
La influencia de las tendencias "modernizadoras" ha
hecho que los gobiernos de la Región identificaran a éstas
con lo novedoso que resulta la descentralización en un
continente dominado por tendencias centralistas. Una vez más
se pasa de una experiencia a otra bajo el impulso de la novedad
y la esperanza de resolver problemas, sin contar con ningún
respaldo evaluativo que oriente las decisiones.
El tercer eje sobre el que se sostienen las reformas educativas
es la equidad. La misma supone que todo el que se beneficie de
algún servicio con cargo al Estado debe contribuir a su
sostenimiento. La equidad debería estar sustentada en dos
principios, que dada la regresiva estructura impositiva imperante
en Latinoamérica, no se cumplen: por un lado quienes poseen
mayor capacidad de pago deben contribuir en esa proporción,
por otra parte aportarán una contribución igual
los que estén en igualdad de condiciones.
La realidad Latinoamericana muestra la asimétrica distribución
de la renta nacional y la desproporcionada participación
de algunos ciudadanos en el reparto de los bienes y servicios.
El veinte por ciento de los más pobres reciben sólo
el cuatro por ciento del ingreso total. El diez por ciento de
los más ricos concentra el sesenta por ciento del ingreso.
A pesar de la teoría del derrame (los más ricos
arrastrarán al resto de la población a una mejor
calidad de vida), la realidad de los excluidos muestra otro panorama
.En nuestros días, marcados por la impronta del capital
y mercado, la sustitución del concepto de igualdad de oportunidades
por el de Equidad, parece un esfuerzo por darle a las Reformas
un contenido ético que no siempre aparece tan nítido
cuando la educación pretende ser mediatizada a los intereses
del mercado.
La propuesta de las Reformas Educativas, concebida y materializada
en función de los intereses de una economía concentrada,
se transforma en una gran relato, una fábula técnicamente
concebida, con aspiraciones imposibles de discutir pues apuntan
a necesidades socialmente compartidas. La confianza en los resultados
de una educación al servicio de la competitividad hace
que los hombres ilusoriamente crean que muy pronto llegarán
a la solución de los problemas. Los sacrificios de ahora
son sólo el costo mínimo a pagar por el paraíso
prometido. Las Reformas Educativas constituyen un mito porque
contienen una gran interpretación que se desarrolla en
el marco de un discurso, técnicamente elaborado, científicamente
sustentado y semánticamente significativo.
El punto de conflicto está en que se trata sólo
de una interpretación cuya correspondencia con la realidad
objetiva es dudosa y contradictoria. En realidad se trata de una
escalada ideológica con fuerte apoyo técnico que
enmascara sus propósitos y que tiene como meta hacer imposible
pensar la educación de otra manera como no sea a través
de los indicadores del sistema capitalista.
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