Un informe publicado, como parte de la campaña, por ambas
organizaciones describe en detalle la contaminación masiva,
las enormes minas a cielo abierto, los efectos devastadores sobre
la salud humana, los peligros para los trabajadores, y en muchos
casos, las violaciones a los derechos humanos que se han convertido
en distintivos de la minería del oro y metales en varios
países.
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02/04/2004
Medio ambiente-Derechos humanos-África
El precio del oro
"No al oro sucio" es la consigna de una campaña, dirigida a los consumidores del metal precioso, iniciada el 11 de febrero de 2004 por Earthworks/Mineral Policy Center y Oxfam, con la intención de persuadir a la industria del oro y cambiar la forma en que el mismo se extrae, se compra y se vende. Durante los días previos y posteriores a San Valentín, fecha en la que se venden gran cantidad de joyas de oro en Estados Unidos, los activistas de estas organizaciones distribuyeron tarjetas de San Valentín con el mensaje "No manche su amor con oro sucio", frente a las joyerías más importantes de Nueva York.
La Earthworks/Mineral Policy Center y Oxfam, iniciaron una
campaña, el 11 de febrero de 2004, con la consigna "No
al oro sucio", con la intención de presionar a la
industria del oro y cambiar la forma en que se extrae el metal,
así como la forma en que se compra y vende.
Para producir un anillo de oro de 18 quilates que pesa menos de
28 gramos genero como mínimo 20 toneladas de desechos mineros.
La minería que se encarga de la extracción de metales
preciosos emplea menos del 0,1% de la fuerza laboral mundial pero
consume entre el 7 y 10% de la energía del planeta.
Aproximadamente 80% del oro se utiliza en joyería. Por
otra parte, las organizaciones manifiestan que la mayoría
de los consumidores no se dan cuenta de que en los países
del Sur la minería del oro se asocia directamente con la
violación de derechos humanos, incluso con la muerte, además
del claro problema de la devastación ambiental.
Un informe publicado, como parte de la campaña, por ambas
organizaciones describe en detalle la contaminación masiva,
las enormes minas a cielo abierto, los efectos devastadores sobre
la salud humana, los peligros para los trabajadores, y en muchos
casos, las violaciones a los derechos humanos que se han convertido
en distintivos de la minería del oro y metales en varios
países.
A su vez, el informe demuestra que la minería no produce
riquezas para los pueblos que la practican. Sino que más
bien se convierte en lo que han denominado como "la maldición
de los recursos" para países del Sur como Guinea,
Niger, Zambia o Togo. La minería se convierte en una doble
maldición para las comunidades locales, que generalmente
sufren no solo el desplazamiento directo sino, además,
un desplazamiento de sus formas de sustento tradicional.
El informe destaca que la minería se desarrolla incluso
en sitios considerados patrimonio de la humanidad. Pone como ejemplo
el caso de la extracción de oro en la Reserva de Vida Silvestre
de Okapi en la República Democrática del Congo,
el Parque nacional Tai en Costa de Marfil, el Parque nacional
Bwindi en Uganda y el Parque nacional Kahuzi-Biega también
en la República Democrática del Congo, así
como la minería de hierro en la Reserva natural estricta
Monte Nimba en territorios de Guinea y Costa de Marfil.
En Ghana, país del occidente africano que cuenta con grandes
minas de oro, la Comisión Ghanesa de Derechos Humanos y
Justicia Administrativa emitió un informe en el año
2000 que constató "evidencias sobrecogedoras de violaciones
de los derechos humanos ocasionadas por las actividades mineras,
que no eran esporádicas sino que presentan un patrón
bien establecido y común a casi todas las comunidades mineras.
Entre 1990 y 1998, más de 30 mil pobladores fueron desplazados
en Tarkwa por las operaciones de extracción de oro. "Nuestro
pueblo ha sufrido golpizas, prisión y asesinatos por defender
nuestros derechos comunitarios contra las compañías
mineras multinacionales", afirmó Daniel Owusu-Koranteng,
un activista del distrito de Tarkwa. "Queremos que los compradores
de oro apoyen nuestros derechos y exijan que las compañías
mineras se rijan por normas éticas más estrictas".
Incluso como fuente de trabajo, la minería no es sustentable.
A la destrucción de la base de empleo tradicional hay que
agregarle la pérdida de la propia mina. Cuando los depósitos
de mineral se agotan, desaparecen los puestos de trabajo. La mayoría
de los proyectos en gran escala tienen una duración de
10 a 40 años, después de los cuales las compañías
mineras cierran las minas y se trasladan a la búsqueda
de nuevos proyectos. Habitualmente, las escuelas, clínicas
y otros servicios públicos que establecen las compañías
pierden su fuente de financiación, y también terminan
desapareciendo.
Con esto, generalmente los mineros y las comunidades quedan librados
a sus propios recursos. Como la minería es una tarea especializada,
los mineros en general carecen de otras habilidades laborales
que puedan resultar útiles en el mercado de trabajo. Hay
pocos programas de "transición justa" que permitan
a los antiguos mineros capacitarse para realizar otros trabajos.
Por estas razones, es probable que los mineros que son despedidos
permanezcan desempleados durante varios meses e incluso años.
Con frecuencia, estos despidos tienen profundos efectos sociales,
porque en general los mineros tienen un gran número de
personas a su cargo (si bien la mayoría de ellas puede
no estar en las propias comunidades mineras). Según una
estimación de la Cámara Sudafricana de Minas, uno
de cada ocho habitantes del sur de África depende económicamente
de la minería.
En la propia Sudáfrica, el primer productor de oro del
mundo, la industria de extracción de oro despidió
a cerca de 400 mil trabajadores entre 1985 y 2000, casi la mitad
de su fuerza laboral, privándoles a ellos y sus numerosos
dependientes de sus fuentes de ingreso.
"Lo que pedimos es razonable, justo y posible", afirmó
Keith Slack, asesor principal de políticas de Oxfam América.
"El símbolo del amor perdurable no debe producirse
a expensas del agua potable, los recursos naturales, la destrucción
del medio ambiente o del respeto a los derechos humanos".
"El oro no parece tan brillante cuando tenemos en cuenta
el daño colosal que producen las minas de oro", declaró
Payal Sampat, Director internacional de campaña de Earthworks.
"Pedimos a los consumidores que consideren el costo real
del oro, y estamos solicitando su ayuda para poner fin a las prácticas
de minería que ponen en peligro la vida de las personas
y a los ecosistemas".
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