Según la OIT, la eliminación del trabajo infantil
y el envío a la escuela de los niños, generaría
a largo plazo siete veces más ganancias que los gastos
necesarios para su erradicación en los países pobres.
Existe una relación muy estrecha entre trabajo infantil
y pobreza, basta con mirar los datos de los niños que trabajan
para darse cuenta que son casi exclusivamente pobres.

 

25/02/2004
Derechos del niño
Trabajo infantil

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cada año aproximadamente 22 mil niños y niñas mueren víctimas del trabajo infantil. De acuerdo a estas estimaciones, se calcula que más de 211 millones de niños son parte de la fuerza laboral del mundo y, de estos, 186 millones lo hacen en condiciones insalubres y 73 millones son menores de 10 años.

Yuriria Alvarez Madrid, consultora nacional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en México, explicó que alrededor de 22 mil niños y niñas mueren cada año como consecuencia del trabajo infantil. A su vez, agregó que más de 211 millones de niños trabajan en el mundo y, de estos, 186 millones lo hacen en condiciones insalubres y 73 millones son menores de 10 años.


Alvarez indicó que los menores son empleados en minas, ladrilleras, campos agrícolas, servicios domésticos y fábricas; algunos son vendidos y otros explotados sexualmente, "denigrando su valor, sus derechos humanos y su salud" agregó. La consultora destacó que en México no existen cifras oficiales acerca del número de menores que trabajan, algunos organismos como la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) calculan que, sólo en el Distrito Federal, trabajan más de 20 mil menores.


Existe una relación muy estrecha entre trabajo infantil y pobreza, alcanza con mirar los datos de los niños trabajadores para notar que son casi exclusivamente pobres. En los países en que la educación es obligatoria y accesible a toda la población, los índices de trabajo infantil son inferiores a los de los países que no lo son.


Según la OIT, la eliminación del trabajo infantil y la asistencia de los niños a la escuela generaría, a largo plazo, siete veces más ganancias que los gastos necesarios para las tareas de erradicación en los países pobres. Las familias pobres que viven gracias a los salarios que traen sus hijos sufrirán a corto plazo los efectos de cualquier programa que intente abolir el trabajo infantil, sin embargo, a largo plazo, la mayoría ganará, ya que una persona con buenos niveles de educación tiene mayor potencial que un analfabeto para ganarse la vida, afirma la OIT.


América Latina

En 1990 trabajaban en Latinoamérica 7.300.000 menores entre los 10 y los 14 años. UNICEF denunció que en Haití entre 250 y 300 mil menores trabajan como empleados domésticos en condiciones de semiesclavitud, siendo niñas más de tres cuartas partes de los mismos. Las familias del campo, demasiado pobres para mantenerlos, envían a estos niños a familias conocidas, e incluso allegadas, de la ciudad, que se comprometen a facilitar su educación, alojamiento y alimentación, a cambio de trabajo doméstico.


Un 75% de estos empleados domésticos infantiles no saben leer ni escribir, y, en muchos casos, son huérfanos. Tienen que trabajar todo el día, pero no ganan nada y se alimentan de restos. Frecuentemente no duermen en camas, sino en el suelo, y, en el caso de las niñas, en reiteradas ocasiones sufren abusos sexuales.


India: primer lugar

Además de tener una de las mayores tasas de analfabetismo en el mundo, la India tienen el mayor número de trabajadores entre cuatro y catorce años. El gobierno dice que son diecisiete millones, según la OIT son cuarenta y cinco millones. Swani Aquivesh del Frente de Liberación del Trabajo Forzado (FLTF), admite que en el año 1994 había más de sesenta millones. Una ley de 1986 prohibe a los menores de catorce años los trabajos más peligrosos o nocivos y reglamenta el resto.


El Asia Labour Monitor (ALM), calcula que los muchachos pertenecientes a familias rurales sin tierra, producen cerca del 20% del PIB, en sectores como la agricultura, minería, hornos, fabricas textiles, de cerillas, sederías, de fuegos artificiales y en el gigantesco sector infantil urbano (transporte de cargas, pequeños comercios, etc.). Al menos cinco millones son esclavos, forzados a no poder abandonar el puesto de trabajo a pesar de no recibir paga, por deudas contraidas por su familia o porque sus padres han recibido un anticipo sobre este trabajo.


El Tribunal Supremo indio considera esclavista a todo el trabajo de los niños/as, no sólo porque no tienen opción, sino porque no reciben el salario mínimo legal. A la India se le acusa, como a otros países, de practicar en su comercio exterior y exportaciones con una competencia desleal basada en la explotación y el trabajo infantil.





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