Las torturas a los reclutas eran aplicadas bajo el pretexto de que "así aprendían a resistir". Bendini comentó que esa clase de entrenamientos comenzó en 1964 o 1965, como cursos de supervivencia, para oficiales de caballería e infantería. Los cursos eran obligatorios y fueron introducidos en la Argentina por oficiales franceses de las guerras coloniales de Indochina y Argelia y luego incorporados por la Escuela de las Américas, de los Estados Unidos.
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04/02/2004
Argentina-Derechos humanos
Entrenamiento militar
En la República Argentina, bajo los gobiernos de Raúl Alfonsín y Carlos Menem, el Ejército Nacional dictaba "clases" de torturas con picanas a los reclutas en los cursos de comandos. Las pruebas (fotos) fueron entregadas por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), al ministro de defensa, José Pampuro.
En la República Argentina, durante los gobiernos de
Raúl Alfonsín y Carlos Menem, el ejército
realizaba torturas con picanas en los cursos para comandos. Las
pruebas (fotografías) del caso fueron proporcionadas por
una organización no gubernamental (ONG) fundada en 1979,
para la promoción y protección de los derechos humanos
y el fortalecimiento del sistema democrático y del Estado
de Derecho en Argentina, el Centro de Estudios Legales y Sociales
(CELS), al ministro de defensa José Pampuro.
Las fotos fueron halladas en un laboratorio de revelado, por motivo
del cierre del mismo. El propietario las entregó a un fotógrafo
amigo, éste, a su vez, hizo llegar copias al CELS. El CELS
las entregó, junto a un pedido de informes, al ministro
de defensa. El presidente Kirchner declaró, "así
no puede haber Fuerzas Armadas democráticas. Después
nos extrañamos si algún militar no entiende cuál
es su rol", agregó Kirchner.
El presidente se comunicó con el ministro Pampuro y le
indicó que recibiera a los representantes de varias organizaciones
pro derechos humanos. A la reunión también se sumaron
el secretario de Asuntos Militares, Jaime Garreta y el jefe de
Estado Mayor del Ejército, el general Roberto Bendini,
quien explicó que esas fotografías habían
sido tomadas en 1986 en un lugar de Córdoba que podría
ser "Quebrada de la cancha" o "Potrero del Chajá",
durante el curso de comandos, que se denomina "Resistencia
como prisionero de guerra, evasión y escape".
Bendini señaló que ese curso, de tres meses, constaba
de tres etapas, una en Córdoba, otra en el monte misionero
y una en las montañas nevadas. A su vez, agregó
que él no compartía esos métodos y dijo que
desde 1994 el entrenamiento de los comandos incluye prácticas
de supervivencia pero proscribe cualquier actividad que contradiga
las convenciones internacionales en el trato de prisioneros.
Las torturas a los reclutas eran aplicadas bajo el pretexto de
que "así aprendían a resistir". Bendini
comentó que esa clase de entrenamientos comenzó
en 1964 o 1965, como cursos de supervivencia, para oficiales de
caballería e infantería. Los cursos eran obligatorios
y fueron introducidos en la Argentina por oficiales franceses
de las guerras coloniales de Indochina y Argelia y luego incorporados
por la Escuela de las Américas, de los Estados Unidos.
Las fotos de las prácticas serán presentadas por
el Gobierno a la Justicia para que se investiguen las responsabilidades
de quienes autorizaron e impartieron esa metodología de
enseñanza.
En las cárceles también
A mediados del mes de enero, el defensor general de San Nicolás,
Gabriel Ganón, y el secretario de la Defensoría,
Alejandro López, recibieron en la unidad carcelaria U3
de esa ciudad la denuncia de un grupo de presos que fueron torturados
durante la madrugada, en represalia por denuncias anteriores en
otras cárceles.
Personal carcelario, con cascos que les tapaban la cara, ingresaron
a las celdas y golpearon a los presos. También utilizaron
picanas para dar "golpes" de electricidad a los reclusos.
Uno de los convictos, declaró que "hace mucho que
los vienen maltratando, que no aguanta más la situación".
A su vez, agregó que mataron a mucha gente por ser testigo
de las "palizas" y que siente miedo de que le pase lo
mismo.
Las autoridades carcelarias adujeron que los presos se habían
lastimado ellos mismos con el propósito de denunciar al
personal por malos tratos y de esta manera lograr el inmediato
traslado a otra unidad.
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