¿Qué pasa con los niños?
Casi todas las reformas y programas que se han llevado a cabo para impulsar el aumentó de la matriculación de las niñas en las escuelas han servido también de ayuda para aumentar la matriculación de los niños, esto permite avanzar en el cumplimiento de las metas de "Educación para Todos" y en el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio del Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD).
La mayoría de las reformas emprendidas para aumentar las tasas de matriculación de las niñas en las escuelas han servido para aumentar también la matriculación de los niños, y permiten avanzar en el cumplimiento de las metas de Educación para Todos y en el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio sobre la educación universal.
Niñas y niños se ven beneficiados de los programas integrados de atención a la primera infancia. La flexibilidad en los horarios y programas escolares ayuda a los niños y las niñas que trabajan dentro o fuera de su casa. A su vez, la construcción de más escuelas ayuda a que estas estén ubicadas cerca de los hogares de sus alumnos y facilitan la asistencia a la escuela tanto de los niños como de las niñas. La instalación de letrinas en las escuelas y el abastecimiento de agua ayuda a las niñas, que suelen verse más afectadas por la falta de dichas instalaciones, pero también beneficia a los varones.
La existencia de métodos pedagógicos acogedores para la infancia y sensibles en materia de género que permiten llegar a los niños y niñas con necesidades individuales mejoran el aprendizaje de todos los alumnos. Una evaluación realizada por USAID llegó a la conclusión de que fomentar la educación de las niñas mejora la calidad de las escuelas y contribuye a fomentar la asistencia de los varones. Las escuelas sensibles en materia de género son buenas para todos, especialmente en aquellos países donde es el bajo rendimiento académico de los varones y su rechazo a la escuela lo que resulta un mayor motivo de preocupación.
Los varones excluidos
Un estudio del UNICEF confirma que en la gran mayoría de los países del Sur la asistencia de las niñas a la escuela es mucho más reducida que la de los niños. Pero en algunos países como Colombia, Haití, Lesotho, Madagascar, Malawi, Mongolia, la República Unida de Tanzania y Surinam son los varones quienes no tienen el suficiente acceso al sistema de educación.
En América Latina y el Caribe, los varones presentan, por lo general, las mayores tasas de repetición y un menor rendimiento académico que las niñas, y en algunos países, una tasa más elevada de absentismo. El momento decisivo para los varones desde el punto de vista escolar se produce por lo general a comienzos de la pubertad, justo cuando sus cuerpos y su identidad empiezan a cambiar, y se ven obligados a involucrarse en el mundo de los adultos y enfrentarse a lo que se espera de ellos. Esto ocurre también cada vez con mayor frecuencia en los países industrializados.
Se están quedando atrás
El tema del bajo rendimiento educativo de los varones en los países industrializados sigue siendo un problema oculto. Por lo general, se aceptaba que las niñas se destacaran más que los niños en temas como el idioma y las humanidades, siempre y cuando los niños sacaran mejores notas en matemáticas y ciencia, dos materias en las que tradicionalmente las niñas no rendían bien. Sin embargo, en los últimos años, la participación y el rendimiento de las niñas en ciencias y matemáticas ha mejorado de manera considerable, debido a las iniciativas basadas en las escuelas y a los cambios que se han producido en las expectativas sociales con respecto a las funciones de la mujer. El resultado es que las niñas tienen un mejor rendimiento a nivel general.
Si bien existen distintas explicaciones para el bajo rendimiento actual de los varones, todas coinciden en que las soluciones basadas en la escuela serán insuficientes por sí solas y que el problema, como ocurre con el bajo rendimiento de las niñas en el mundo en desarrollo, es inseparable de otras cuestiones más generales sobre el género y el poder.
El fenómeno del bajo rendimiento de los varones es complejo. La socialización puede ser un factor, ya que a las niñas se les anima a permanecer en el hogar y a dedicarse a una determinada tarea, mientras que a los varones se les ofrece un mayor grado de libertad. Las expectativas sociales hacen que las niñas encajen mejor que los niños con las exigencias de comportamiento que se dan en la escuela. El equilibrio de los maestros en materia de género desempeña también una función importante. Aunque en muchas naciones en desarrollo existe una carencia de maestros, en los países industrializados abundan más las maestras, sobre todo en el nivel primario.
Todo esto sugiere que el rechazo de los niños hacia la educación puede estar estrechamente relacionado con su socialización tradicional como varones. Este factor refleja la importancia de que el padre se ocupe de la crianza de sus hijos desde el nacimiento, participando en su cuidado y su desarrollo durante la primera infancia y prestando apoyo a su educación.
Cuando los niños participan en las medidas destinadas a proteger y promover los derechos de las niñas, resulta más fácil dotarles de autonomía y ampliar su desarrollo educativo. Los muchachos han sido especialmente útiles a la hora de abordar la seguridad de las niñas durante el trayecto desde el hogar hasta la escuela. Esto tiene claras ventajas para las niñas, pero también fortalece el propio desarrollo social de los muchachos, al confrontar la violencia y comprender por qué resulta inaceptable.
Resulta difícil separar los problemas educativos de los varones de su clase social. A menudo, la alienación de la escuela y las circunstancias socioeconómicas tienen mucho que ver. La pobreza y las funciones derivadas del género influyen en el bajo rendimiento académico de los varones.
16/07/2004
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