El Salvador: armados hasta los dientes
Según datos publicado por la Universidad Centroamericana de El Salvador (UCA), el problema con las armas es más complejo de lo que se pensaba. El Salvador padece altos niveles de violencia directamente relacionados con la tenencia de armas de fuego. Más del 43% de las armas utilizadas para cometer crímenes y delitos, por los actuales convictos, estaban registradas legalmente.
Según revelan los resultados de diversos estudios realizados
por la Universidad Centroamericana (UCA) sobre la violencia y
las armas de fuego en El Salvador, la tenencia y permisividad
de armas de fuego de la que goza la sociedad está directamente
relacionada con los altos niveles de violencia reinantes en ese
país.
Los estudios revelan que más del 43% de las armas utilizadas
para cometer crímenes y delitos estaban registradas legalmente.
En una de las conclusiones se señala que "la circulación
poco controlada de las armas legales y la existencia de un mercado
negro cada vez más grande, han permitido que el crimen
totalice la vida social salvadoreña". Según
cálculos realizados mediante encuestas de opinión
pública, en El Salvador existirían más de
400 mil armas de fuego en manos de civiles. La cifra demostraría
que el 10% de las personas mayores de 13 años posee un
arma de fuego. De esa cantidad, sólo 145 mil estarían
registradas por las autoridades.
Aproximadamente 20% de las armas registradas provienen del mercado
legal, el resto del comercio ilegal o de las que permanecen circulando
luego de finalizado el conflicto bélico en 1992; sin embargo
la importación legal de armas ha disminuido en los últimos
años. La mayor parte de las armas registradas son armas
cortas (75%). El resto son armas largas, entre las cuales se destacan
las armas de guerra con calibre de hasta 11mm, o escopetas de
hasta 0,775 pulgadas.
Los registros policiales muestran que la proporción de
homicidios realizados con armas de fuego aumentó en los
últimos años. Entre 1999 y 2000 el 75% de los homicidios
fueron llevados a cabo con armas de fuego. La mayor parte de las
víctimas fueron hombres de entre 10 y 30 años, los
crímenes se registraron en los departamentos, o ciudades,
donde la cantidad de armas de fuego en manos de la sociedad civil
es llamativa.
América Latina y el Caribe son las regiones más
violentas del mundo, con una tasa de 30 muertes por homicidio
cada 100 mil habitantes. El Salvador posee una de las tasas más
altas de violencia criminal, datos del mismo estudio muestran
que el país experimentó una disminución paulatina
en sus tasas de homicidios durante los últimos años,
de todos modos, mantiene la elevada tasa de 100 asesinatos cada
100 mil habitantes.
Los datos arrojados por UCA muestran que aproximadamente la mitad
de la población salvadoreña ve en la tenencia de
armas un recurso para defenderse de la delincuencia, o como símbolo
de estatus y poder. Según el informe, la actitud de la
población tiene que ver con la cultura que durante años
ha estimulado la tenencia pública de armas de fuego. Estas
circunstancias beneficiaron el uso de las mismas, también
se promovieron iniciativas de ley que permiten que cualquier ciudadano
porte un arma de guerra, o, incluso, adquiera cualquier cantidad
de las mismas. A su vez, existen iniciativas por parte de organizaciones
de la sociedad civil para limitar o restringir el uso de armas
de fuego.
El efecto de las armas es contraproducente y sólo estimula
un círculo vicioso de inseguridad, porque el número
de homicidios y asesinatos mantiene niveles elevados y la población
mantiene la necesidad de armarse para defender su vida. A juzgar
por la discusión que reina en los medios de comunicación
y en las declaraciones de los que están a favor, la razón
básica para que los ciudadanos posean un arma de fuego
es su propia protección o seguridad. Un estudio del PNUD
determinó que el 92% de las personas que admiten tener
un arma argumentan que es para su seguridad y la de su familia.
Para Naciones Unidas, "las instituciones nacionales no han
podido evitar el fuerte tráfico ilegal de armas en El Salvador".
Ese fenómeno, sumado al inefectivo control estatal sobre
la totalidad de las armas que circulan, "constituye un elemento
desestabilizador en la sociedad salvadoreña". A su
vez, criticaron los decretos transitorios aprobados por la Asamblea
Legislativa que permitieron la matrícula de armas sin comprobante
de compra que asegurar su legalidad, eso fomentó contrabando
y el comercio ilegal de armas en el país, sin descartar
consecuencias en la región.
El estudio de Naciones Unidas determinó ciertos riesgos
de robo que se presentan en el proceso aduanero con la importación
legal de armas. También criticó los mecanismos de
control, que no evitan su utilización con fines criminales.
"Los esfuerzos del control de armas no logran integrarse
a la cadena de combate a la impunidad en El Salvador", enfatiza
el estudio. Es de destacar que en El Salvador no existe ninguna
instancia gubernamental o institución autónoma encargada
de sistematizar las estadísticas de violencia en el país.
El negocio de las armas
El Salvador tiene registradas 29 empresas importadoras de armas.
Las mismas realizan una publicidad abierta e irrestricta, poseen
locales de ventas en centros comerciales donde se pueden realizar
todo tipo de actividades económicas, con lo cual, se lo
ve y presenta como un comercio totalmente normal. Al mismo tiempo,
los controles para otorgar una licencia de porte y tenencia de
armas son virtualmente inexistentes. Cualquier persona con la
cantidad de dinero necesaria puede adquirir un arma, sin importar
su estado de salud mental y, muchos veces, tampoco cuentan los
antecedentes policiales.
Otros fuentes revelan que desde 1997 El Salvador gastó
más de 20 millones de dólares en la importación
legal de armas, y recaudó, en el mismo período,
1,3 millones de dólares en impuestos.
La violencia
Pese a que los investigadores señalan problemas de confiabilidad
en los registros institucionales sobre la violencia en el país,
manifiestan que existe suficiente evidencia como para asegurar
que la violencia intencional constituye una de las principales
causas de muerte en El Salvador. Mientras las cifras apuntan a
una disminución de los índices de violencia criminal
en los últimos años, hay datos que señalan
el creciente protagonismo de las armas de fuego en la violencia
que termina en homicidios, y que afecta, sobre todo, a los hombres
más jóvenes del país.
El fenómeno de las pandillas juveniles (maras) constituye
una porción significativa de esa violencia, pero no es
el único, algunos afirman que tampoco es el mayoritario.
La violencia generada en las relaciones sociales, las riñas
interpersonales, los ajustes de cuentas y, obviamente, la delincuencia
común y organizada, son también parte de esa problemática
a la cual contribuyen, dramáticamente, las armas de fuego.
Los datos recabados por distintas organizaciones muestran que
la mayor parte de los homicidios que se llevan a cabo en el país
se cometen con armas de fuego.
El Consejo Nacional de Seguridad Pública (CNSP) de El Salvador,
aseguró que la falta de empleo y la extrema pobreza reinante
en el país son una de las causas fundamentales que inducen
a los jóvenes a la violencia. La pobreza afecta a más
del 50% de los hogares salvadoreños, y se asocia con la
imagen de "permisividad" que posee el porte de armas,
estas facetas son pilares que fomentan la agresividad social.
El Salvador se sitúa en el segundo lugar de los países
más violentos de América Latina y el Caribe. El
primero de la lista es Colombia, donde el conflicto armado transcurre
hace ya 30 años.
Las probabilidades de que una persona sea asesinada en El Salvador
son más altas que si viviera en un país africano
con una guerra civil o en un país donde actúan grupos
terroristas suicidas, como en Oriente Medio. El Instituto Universitario
de Opinión Publica de la UCA (IUDOP), descubrió
que la violencia en El Salvador es tan grave que uno de cada cuatro
ingresados en el Hospital Rosales, el principal del país,
llega lesionado por algún tipo de arma durante un hecho
delictivo. El miedo y la inseguridad volvieron a estar en un primer
plano cuando el Presidente Francisco Flores anunció el
"Plan Mano Dura". La medida, según el gobierno,
busca erradicar la delincuencia juvenil y desarticular las maras,
consideradas como la principal fuente de violencia. A pesar de
las alarmantes cifras, los índices de violencia disminuyeron
en los últimos años.
En 1996, la tasa de homicidios era de 120 por cada 100 mil habitantes,
cifra similar a la existente en los primeros años de la
guerra civil. Hoy día la cifra descendió considerablemente,
aunque no es suficiente, y el indicador señala que son
30 los homicidios cada 100 mil habitantes.
01/04/2004
|