La Tierra y los Pueblos

Políticas para retener población
El abandono del campo y la migración hacia las ciudades será la principal tendencia demográfica de las próximas décadas, tal como lo fue en el siglo pasado. Según Naciones Unidas, el crecimiento demográfico mundial previsto para el período 2000-2030 se concentrará en las ciudades, que para entonces albergarán a más de tres quintos de la población mundial. El aumento de la población urbana en el siglo XX fue por demás significativo: en 1900, aproximadamente el 86% de la población mundial vivía en zonas rurales y sólo el 14% en núcleos urbanos; en 2000 la población rural se había reducido al 53% mientras que la población urbana ascendió al 47%.

Sin embargo, algunos estados, casi todos ellos europeos, están dispuestos a enfrentar esta tendencia y ayudar a la población rural a mantener vivo el estilo de vida propio del campo. Estos gobiernos otorgan subsidios a los productores agrícolas, protegen la producción nacional mediante aranceles, limitan las importaciones de productos que pueden ser cultivados en el ámbito local e implementan -entre otras- políticas de intervención en los precios.

La Política Común de Agricultura (PAC) que implementa la Unión Europea absorbe más del 40% del presupuesto de la UE. Sus objetivos principales desde la década de 1960 son mejorar la productividad en el sector agrícola y asegurar un suministro estable de alimentos. Para el período 2000-2006, la PAC se plantea mejorar los precios de los productos agrícolas, a través de ayudas a la producción que brinda la UE, mejorando su competitividad en los mercados mundiales.

La UE ha consagrado directivas orientadas a retener a la población rural, brindando facilidades para el desarrollo de nuevos emprendimientos productivos o en el área de los servicios. Estas disposiciones facilitan la incorporación de jóvenes a la producción, ofrecen facilidades crediticias a quienes quieren desarrollar actividades no específicamente agrícolas como la forestación o la creación de reservas ecológicas. Los gobiernos locales instrumentan procesos de capacitación general, económica y técnica que apuntan a la evolución y especialización de la agricultura a la vez que estimulan formas de producción que contemplen el cuidado del medioambiente y los recursos naturales.

Sin embargo, algunos países que practican medidas de protección, como Estados Unidos y el Reino Unido, no consiguen eliminar el paulatino abandono del medio rural y el decrecimiento del número de puestos de trabajo en el campo. Los productores critican la falta de apoyo oficial que, desde su punto de vista, les hace muy difícil la supervivencia.

El apoyo al medio rural de los países altamente industrializados repercute a nivel mundial: las políticas de intervención en los precios practicadas por la Unión Europea y Estados Unidos, tendientes a mejorar las ganancias de los agricultores y asegurarles competitividad a nivel local e internacional, provocan la molestia de los granjeros de los países pobres. Éstos, al producir a mucho menor costo, ofrecen productos que, de no mediar políticas dirigidas a la fijación de los precios, serían más baratos. Por su parte, la aplicación en algunos países de impuestos (muchas veces encubiertos) a las importaciones de productos cultivados localmente, traban la libre competencia, impidiendo a los países con costos de producción más bajos acceder a esos mercados.

Algunos países de Europa Central como Polonia, Hungría, República Checa y Eslovenia, próximos a formar parte de la Unión Europea, también expresan su descontento con la situación. Los pagos directos implementados por la PAC para los granjeros de lo países que ingresen a la UE serían al comienzo sólo el 25% del nivel de subsidios dado a los granjeros de los países que ya pertenecen a ella. Según los granjeros de los futuros estados miembro de la UE, esta discriminación -está previsto que recién diez años después de su ingreso recibirán los mismos subsidios que sus socios- les imposibilita competir con posibilidades de éxito.

A diferencia de otros países, la UE parece haberse planteado la necesidad de mantener el campo como un espacio vivo y con una población económicamente activa. Si bien los resultados no siempre son los esperados -la proporción de gente que vive en el campo sigue disminuyendo-, la jerarquización de los aspectos económicos, sociales y políticos de un modo de vida se destacan en un panorama global generalmente desinteresado en la suerte de las poblaciones campesinas.

14/04/2003

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