La apertura política y las mujeres (primera parte)
Determinados medios occidentales perciben como "liberalización" respecto a las restricciones del anterior régimen, a ciertas medidas adoptadas por el nuevo gobierno iraní en aspectos particulares relativos a la condición de la mujer, y se refieren más que nada a algunas posibilidades de acceso a prácticas seculares que las mujeres iraníes están experimentando hoy, si bien no es esto lo único ni lo sustancial por lo que las activistas iraníes abogan. Al hacerlo, estos medios periodísticos confunden lo que son las claras señales de acercamiento a Occidente emitidas desde el gobierno iraní, con el alcance real de las reformas socio-políticas internas. Dicho de otro modo, para medir este alcance es necesario tener en cuenta tanto el contexto geopolítico o internacional como el contexto histórico-cultural del propio país. A dos décadas de la revolución, la percepción sobre Irán, desde Occidente, es bifronte. Mientras Washington, a través del presidente George W Bush, califica a Irán como integrante de un "eje del mal", otros enfatizan el carácter aperturista y secularizador (y menos anti-occidental) del gobierno de Jatami Desde la revolución de 1979, fecha en que surgiera la República Islámica de Irán, el país se convirtió en uno de los puntos "calientes" de la atención planetaria. En la nueva República Islámica, los clérigos -encabezados por el ayatollah Jomeini - ejercieron desde 1979 el control político total, tomaban rehenes estadounidenses, y calificaban de "maligno" a Washington. Luego de ocho años de guerra contra Iraq, instigada por Estados Unidos, en la que los enormes niveles de riqueza petrolífera del país cayeron en picada, tras la muerte de Jomeini, se abrió un nuevo período en el cual, desde su asunción como presidente en 1997, Jatami ha intentado un acercamiento con Occidente. Por otra parte, el apoyo de Jatami a mayores libertades políticas y sociales lo ha hecho muy popular entre los jóvenes, un factor importante en términos electorales ya que más del 50% de la población iraní es menor de 25 años. Las ideas liberales de Jatami lo han puesto, sin embargo, en dificultades con el actual líder espiritual de Irán, el ayatollah Jamenei, y uno de los conservadores de línea dura, renuente a perder de vista las tradiciones islámicas establecidas. En Irán, aunque el gobierno es democrático, participativo, presidencialista, y con una cámara parlamentaria -el Majlis- también electa por voto secreto y universal, igualmente los líderes espirituales tienen injerencia en todos los asuntos de la nación. La mujer iraní y los "media" occidentales Desde 1996 a la fecha se suceden noticias desde ciertos medios masivos occidentales, algunas de ellas quizás banales, sobre los "avances" obtenidos por las mujeres en la adquisición de "nuevos derechos" en Irán. Son estos mismos medios los que suelen señalar el incumplimiento del gobierno iraní de los acuerdos internacionales sobre derechos humanos, al tiempo que lo califican de opresor. Como ejemplo de alguna de estas noticias publicadas con entusiasmo, sobre el primer rally automovilístico femenino en el año 2001, organizado por la Organización del Deporte Femenino iraní (OSF), el periódico español El Mundo opinaba: (sic) "El actual régimen del presidente iraní Mohammad Jatami da un signo de aperturismo más desde que llegó al poder. La tibia apertura a la modernidad llega hasta los regímenes más restrictivos con los derechos fundamentales de la mujer". Y agregaban: "La vida deportiva de los iraníes es bastante restringida debido también a la falta de infraestructuras mínimas que les permitan practicar el deporte que elijan bajo la veladura islámica". Con este mismo enfoque, en enero de 1998, a poco tiempo de asumir Jatami, la BBC y otras cadenas occidentales, recogían en una misma nota, homogeneizando así los diferentes temas, que desde un primer momento el presidente apostó a ciertos niveles de liberalización. Por ejemplo, se decía que Jatami mostraba su afán de apertura al permitir el resurgimiento de muchos medios de prensa escrita (incluso algunos conducidos por mujeres) y la nueva incursión de las mujeres iraníes en espacios de chat de sitios web, al mismo tiempo que se señalaban las muestras de mejora en sus relaciones con algunos gobiernos dentro y fuera de la región. En ese mismo artículo se relataba la primera visita deJatami como mandatario a Alemania y sus declaraciones a través de la cadena CNN dirigiéndose al pueblo estadounidense en las que afirmaba que Irán no tenía hostilidad alguna para con los estadounidenses. Este solapamiento, que afecta el modo en que son presentadas las noticias sobre Irán en las grandes cadenas, también se refleja en medios alternativos. Por ejemplo, el medio web canadiense Peace Magazine (www.peacemagazine.org) hace precisamente del entretejido temático la clave del futuro político iraní. Así, en 2002, afirmaba que "en Irán, tanto el "feminismo", como el nacionalismo y la reforma política y social son temas que están en el tapete hoy en día, y que, a la vez, se encuentran sumamente interrelacionados". Además, este medio indicaba que:(...)"las mujeres iraníes intentan desafiar el sistema patriarcal y sus límites en el camino de su propio desarrollo, así como los estudiantes claman por un gobierno representativo y confiable". Estos cambios o reclamos en general se perciben desde Occidente como más factibles a ser tenidos en cuenta por el nuevo equipo de gobierno que por sus predecesores más conservadores, pero no se aclara qué es lo que se podría entender por "feminismo", "nacionalismo" o "reforma" desde un contexto islámico. No obstante, esta visión es de inmediato amonestada ni bien se atiende a otras fuentes. Baste como ejemplo las declaraciones de la IWSF (Iranian Women's Studies Foundation), -una organización "sin fines de lucro y con independencia de partido político o religión", que pretende establecer un foro de intercambio de ideas en asuntos referentes a la mujer iraní al reunir la opinión de mujeres iraníes viviendo en general en el Occidente- y que, por lo tanto, analiza su condición desde una perspectiva a "medio camino" entre el Islam y Occidente, ya que reconocen el contexto de la mujer iraní pero estando imbuidas de la cultura y el medio occidental. Al contrario que los mencionados medios occidentales, relativiza la relación entre la elección de Jatami y las nuevas posibilidades para la mujer en Irán. Lo que la ISWF sostiene es que la "igualdad de oportunidades" para las mujeres en el mundo islámico debe enfrentarse al mayor obstáculo: la interpretación de la Sharia'(ley islámica), mediante la unión de movimientos globales o poniendo, en el caso de Irán, más esperanzas en la "sinceridad·"del nuevo Majlis, que en las promesas del presidente. En respuesta, Jatami, quien llegara al poder en buena medida gracias al voto femenino y estudiantil por sus promesas de "reforma política y social desde una perspectiva islámica", ha alegado que la oposición de los conservadores es el mayor obstáculo al que se enfrenta para realizar su "Democracia Islámica". Desde 1996, fecha en que las mujeres re-intentaron integrarse con mayor representatividad a la vida política de Irán, presentándose a la campaña del quinto Majlis -en la que la mayoría de las candidaturas femeninas fue rechazada por autoridades religiosas, aunque se lograron 14 bancas femeninas-, la prensa occidental ha publicado con beneplácito numerosas y desparejas "buenas nuevas·" respecto a la "apertura" del gobierno de Jatami y sus repercusiones en la vida de las mujeres iraníes, pero vale la pena hacer algunas precisiones históricas como para comprender el valor relativo de estas "buenas nuevas" y para la comprensión global de la situación actual de la mujer iraní. La lucha de las iraníes por sus derechos y la Revolución islámica Farideh Farhi, -politóloga y profesora universitaria iraní-, afirma que escribir sobre la situación de la mujer musulmana continúa siendo hoy una ardua tarea. Para la musulmana siempre ha sido problemático encontrarse cautiva entre una lucha discursiva internacional, muchas veces retratada como el choque de civilizaciones, otras simplemente como un asunto de derechos humanos, y la completa identificación de la musulmana con la cultura en la que está inserta, que a su vez se espera que represente, tanto por los de "adentro" como los de "afuera". El problema es aun más complicado para las musulmanas iraníes. Su "arena" de maniobra se ha vuelto tan politizada que cualquier mínimo gesto de su parte será inmediatamente interpretado, reinterpretado y convertido en un indicador de algo mucho mayor y más severo que el simple deseo de llevar una vida decente como ser humano. Un mechón de cabello escapando del pañuelo puede percibirse desde "afuera" como un signo de rechazo toda la República Islámica, mientras que el simple hecho de montarse en una bicicleta (que no está prohibido por la ley) puede fácilmente tornarse en un intenso debate interno sobre la "invasión cultural". Es por esto que las palabras deben elegirse de manera cuidadosa desde que el camino a recorrer es muy sensible y hasta peligroso. Teniendo esto en cuenta, es importante reiterar que la historia de la mujer iraní y su relación con el estado islámico está muy interligada a la historia de la revolución islámica y entender esta dinámica nos dirá mucho de la propia revolución. El análisis histórico de Shiva Balaghi, -Directora Asociada Instituto Kevorkian de Estudios de Oriente Medio de la Universidad de New York-, ayuda a recordar, entre otras cosas, que ya desde antes de la década de 1960 las posibilidades de participación en la vida política, así como muchos otros derechos femeninos fueron en parte asumidas por la sociedad iraní, desde la época de la dinastía Pahlevi. Imperialismo y velos A pesar de que el interés imperial de Europa en el Medio Oriente fue primordialmente y desde un comienzo geopolítico y económico, este fue racionalizado, sostenido y propagado ideológicamente. En otras palabras, la "colonización" o casi colonización de pueblos enteros debía ser justificada y apoyada. Así, muchos colonizadores argumentaron que una misión civilizatoria era intrínseca a la empresa colonizadora; los pueblos de Oriente se beneficiarían entonces de los grandes avances civilizatorios que los colonizadores occidentales les traerían. De acuerdo a esta lógica, Oriente era intrínsecamente diferente a Occidente, se encontraba a la retaguardia, subdesarrollado, y apegado a las costumbres tradicionales. Las mujeres orientaleles se volvieron fundamentales para recalcar estas diferencias. Ayudar a mejorar la vida de las orientales (haciéndola más "moderna", más "igualitaria") fue muchas veces expuesto como justificación para la intervención colonialista en Oriente. Al mismo tiempo, países como Francia e Inglaterra, que estaban ocupados colonizando la mayor parte de Africa y Asia, las mujeres dentro de sus propios imperios clamaban por equidad . En otras palabras, el imperialismo y el movimiento sufragista femenino fueron fenómenos continuos e interrelacionados. Algunas líderes de la defensa de los derechos de las mujeres en la Europa del siglo diecinueve, señalaban que los países verdaderamente civilizados deberían tener mujeres liberadas, y que si los líderes masculinos de sus países deseaban probar que sus sociedades eran más civilizadas que las de Oriente, debían garantizar a todas las mujeres el derecho a votar. Entonces, irónicamente, tanto las feministas del siglo XIX como los imperialistas propagaron una imagen de la mujer de Oriente como desaventurada y falta de poderes; se propagó la literatura sobre la vida de los harems, y eran comunes las pinturas de imaginarias escenas lascivas en ellos; aun los interiores Victorianos fueron influidos en su decoración interior por floridos motivos orientales ilusorios. Estas visiones también contribuyeron a formar la manera en que los temas femeninos se articularon en el interior de los movimientos anticolonialistas. Algunos reformadores y pensadores señalaron que la mejor vía que tendría Oriente para liberarse de la influencia colonial era asimilarse y modernizarse; y en este escenario, era importante plantearse una manifestación secular y liberal del feminismo como símbolo una nación moderna. Como recuerda la profesora Balaghi, otros nacionalistas sintieron distinto. Señalaban que, en la esfera material, Oriente nunca podría competir completamente con Occidente, pero que en la esfera espiritual Oriente simpre sería superior a Occidente. Esta esfera material, o del exterior, pertenecía a los hombres, mientras que la esfera espiritual, o privada, era de dominio de las mujeres. A pesar de que los poderes coloniales habían tomado el volante de la esfera exterior, nunca podrían penetrar el entorno privado. La mujer oriental tradicional se volvió según esta visión en parte significativa de una sociedad que no había capitulado a las influencias coloniales de Occidente. Las discusiones sobre el "rol adecuado de la mujer iraní en la sociedad" pueden comprenderse mejor dentro de este contexto histórico. En el siglo XIX, a pesar de que Irán nunca fue formalmente colonizado, sí fue sujeto de una creciente influencia colonial. Todos los estados vecinos se sintieron bajo la eventual influencia del imperialismo europeo. Hacia 1907, Gran Bretaña y Rusia acordaron dividirse a Irán en "áreas o esferas de influencia". En un intento por asegurar la independencia como estado nacional, algunos líderes espirituales y pensadores iraníes señalaron que Irán se vería fortalecido al secularizarse y occidentalizarse. Estos reformadores a menudo abogaron por reformas feministas como la educación universal y el abandono del uso del velo. Otros se resistieron a estos cambios, argumentando que tales modificaciones estaban indicando la perdida de la "fibra moral iraní", y una forma de caer en la trampa de las influencias de Occidente. Los programas de modernización de la dinastía Pahlevi En 1925, Reza Khan y un grupo de soldados derrocaron a la dinastía Qajar que había reinado en Irán desde principios del siglo dieciocho. La intención era establecer una república, pero Reza Khan pronto se coronó a sí mismo rey y estableció la dinastía Pahlevi. En pos de modernizar Irán, vio como ejemplo al turco Kamal Ataturk (quien liquidara el imperio otomano, secularizara al país y, entre otras cosas, adoptara el alfabeto occidental) Como Ataturk, Reza Shah Pahlevi puso en el centro de su programa social la modernización y secularización de la mujer. En los primeros años de 1930, prohibió el uso del "hejab" -velo-. Durante la segunda guerra mundial, los Aliados derrocaron a Reza Shah para tener un mas fácil acceso a recursos iraníes como el petróleo, lo que fue un elemento crítico para el éxito de la marina Británica. Además, Irán comenzó a ser cada vez más importante como ruta de aprovisonamiento de los Aliados para a los rusos. Con el terco Reza Shah en exilio permanente, su hijo de veintiún años, Mohammad Reza Pahlavi tomó el poder de su reino. Desde el comienzo de su reinado, entonces, el segundo Shah Pahlevi se alineó con los poderes occidentales, especialmente con Estados Unidos. En la década de 1950, algunos miembros del parlamento iraní buscaron nacionalizar la industria petrolífera para que los propios iranies pudieran ser los principales beneficiarios de las rentas del petróleo de su territorio. Hasta ese momento, Gran Bretaña había cosechado la mayoría de los beneficios financieros de las reservas de petróleo. El lider del movimiento de nacionalización de las reservas de petróleo fue el Primer ministro Mossadeq. En 1952, Mossadeq fue elegido por la revista Time como el "Hombre del año". Hacia 1953 el popular Mossadeq amenazó no solamente al aparato petrolífero británico sino también al propio régimen de Pahlevi. El Shah dejó el país para exiliarse en Italia. En pocos días, la CIA ayudó a derrocar a Mossadeq que fue juzgado por traidor y enviado a un exilio interno hasta su muerte. El Shah retornó al poder. Occidente quedó aun más imbricado con el régimen de Pahlevi. Mientras la riqueza petrolífera de Irán crecía, el Shah buscó modernizar al país e instituir diversos programas que afectaron las relaciones de género. Como parte de la Revolución Blanca de 1963, garantizó a las mujeres el derecho a votar y a ocupar una banca en el Parlamento. En 1967, enmendó la Ley de Protección de la Familia, que otorgaba a las mujeres ciertos derechos sobre el matrimonio, el divorcio y la custodia de los hijos. En 1976, nombró a la primera mujer miembro de su gabinete de ministros, convirtiendo a Mahnaz Afkhami en la primera ministra de asuntos de la mujer. Se puede advertir que los reyes Pahlevi articularon una versión secular de la modernización, que incluía una visión liberal de las relaciones de género. La reacción de los tradicionalistas En 1960, cuando el Ayatollah Jomeini comenzó a oponerse publicamente al Shah, sus críticas mas fuertes fueron dirigidas hacia las nuevas leyes de familia que otorgaban más derechos a las mujeres. En efecto, estos cambios afectaron los poderes de los clérigos musulmanes mediante la marginación de las leyes personales y familiares del dominio religioso y al integrarlas a la esferea del estado monárquico. El balance de poder entre la monarquía y los clérigos se vió alterado por estos cambios en los derechos femeninos. Luego de su violenta oposición a estos cambios, Jomeini fue exiliado por el Shah enviandolo a Iraq. El sur de Iraq tenía un enorme significado histórico para los shiitas y fue un lugar hospitalario desde donde Jomeini obtuvo mayor apoyo que en Irán para construir la visión del futuro de su país. En las décadas de 1960 y 1970 los cambios económicos resultantes de la abundancia de petróleo fueron desordenados y desparejos. Mientras que algunos prosperaban, otros fueron excluídos del boom económico. La demografía del país cambió radicalmente, ya que la gente tendió a migrar hacia las ciudades. Debido al desempleo masivo, los niveles de pobreza urbana crecieron. Mas y mas iraníes se fueron desencantando con Occidente y el estilo de vida promovido por el régimen de Pahlevi. El pueblo comenzó a abrirse a nuevas ideologías y modos de vida. Cada vez más, muchos comenzaban a sentir que los lazos tan fuertes con Occidente habían debilitado a Irán y lo habían vulnerabilizado frente a las incursiones imperiales occidentales y frente a la autocracia interna. Un joven intelectual llamado Ali Shariati comenzó a dar conferencias sobre una visión alternativa de la modernidad, una que incorporaba al Islam. Habiendo estudiado en escuelas tradicionales islámicas y en la Sorbonne, en París, Shariati era capaz de incursionar en algunas de las luchas sociales irarníes dentro del marco del Islam, lo que fue atractivo para muchos. Shariati entendía que la verdadera liberación de la mujer iraní yacía en los propios paradigmas islámicos. Gradualmente, algunas iraníes comenzaron a rechazar la occidentalización y retomaron el uso del velo como forma de obtener mayor fuerza espiritual. Algunas creían que podían ser marxistas y musulmanas; modernas y musulmanas; liberales y musulmanas. La revolución y el retorno del velo Hacia 1978, cuando la revolución contra Pahlevi estaba ya en marcha, las mujeres resultaron actores importantes, sumándose por ejemplo a las protestas callejeras. Frecuentemente, optaban por usar el velo, un simbolo poderoso de su rechazo al estilo de vida occidental secularizado por el que los Pahlevi abogaban. A medida que la revolución se hacía más exitosa, su tenor iba volviéndose cada vez más islámico. Finalmente, el ayatollah Jomeini se volvió el líder de la revolución y luego el líder de la República Islámica. Sus puntos de vista sobre las mujeres, que originalmente se oponían a las leyes de familia del Shah de la década de1960, ahora afectaban a millones de iraníes. Una de sus primeras proclamas como líder político fue llamar a las iraníes a retomar el uso el velo. Muchas tomaron las calles como protesta y la posición del ayatollah se modificó, pidiéndoles a cambio que vistieran "modestas ropas islámicas" en público; el velo ya no sería entonces la única expresión del modesto atuendo islámico para la mujer. Algunas mujeres optaron entonces por usar un gran "manto" -pañuelo- y un "chador" larga túnica, con los que solo se verían su cara, sus manos y parte de sus pies. Mientras la Republica Islámica se establecía en Irán a fines de 1970 y comienzos de 1980, las relaciones de género pasaron a un plano central. Muchos de los espacios públicos fueron segregados. Las mujeres tenían que esquiar en colinas diferentes que los hombres, usar diferentes areas en las playas y sentarse en determinadas areas de las salas de conferencias de las universidades. Las mujeres también tenían que utilizar la parte posterior de los omnibuses para viajar, se les prohibió ser jueces y ciertas carreras profesionales se cerraron para ellas. Se disminuyó además la edad legal de matrimonio solo para las mujeres, y sus derechos sobre el divorcio fueron limitados. Una de las nuevas reglas, que resulta hasta hoy de gran importancia es la que establecía que luego que los niños alcanzaban la edad madura, la custodia era cedida totalmente al padre. En las cortes, los testimonios femeninos pasaban a tener la mitad del valor de los testimonios de los hombres. Una mujer debía atenerse al permiso a su padre (si es soltera) o a su marido (si casada) para salir del país. Si el régimen de Pahlevi había articulado una visión de la mujer iraní como moderna y occidental, entonces la república islámica buscaba revertir ese proceso. La cuestión del lugar de la mujer en la sociedad se colocó dentro de un debate mayor sobre occidentalización versus islamización e imperialismo versus nacionalismo. Según Sima Daad, profesora de Inglés en la universidad de Teherán, las mujeres jugaron un rol importante en el establecimiento de una determinada autenticidad cultural que ahora se articulaba sobre todo en términos islámicos.(Ver Vis à vis: Beyond the veil, teleconferencia organizada por PBS en un intento por integrar visiones femeninas de Oriente y Occidente, recogida en http://www.pbs.org/visavis/BTVPages/btvhome.html. 16/07/2003 |
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