Tierra de alguien
Este debate no se inició en diciembre ni durará hasta estos días: parece ocupar un lugar adherido a la historia de los reclamos del pueblo mapuche-argentino, que ha sufrido, desde mediados de siglo XVII, por parte de la colonia española primero, y del estado después, los efectos de una insistente falta de reconocimiento como propietarios de las tierras que cultivan y habitan. La tierra de los mapuche (“gente de tierra”; mapu significa “tierra” y che significa “gente” en mapudungun, el idioma mapuche) está bajo amenaza, otra vez. Los ingleses eran más humanos La historia del despojo de las tierras y las persecuciones dura más de cien años. En 1879 la campaña se llamó “Conquista del Desierto” -a cargo del ejército argentino, durante la presidencia del general Julio Argentino Roca- y alcanzó con éxito su objetivo de erradicar del territorio de Río Negro y Neuquén a los pueblos indígenas. La limpieza étnica fue cumplida. Actualmente son las grandes corporaciones mineras las que explotan los recursos auríferos de la región y capitalistas extranjeros obtienen –por parte de productores rurales decaídos y a precios devaluados- extensísimas porciones de tierras patagónicas. Hace alrededor de cinco años la Organización Mapuche Tehuelche 11 de Octubre denunció ante la prensa que los mapuches se habían convertido en mano de obra barata para la compañía Benetton, “que los exprime sin compasión”, según declaró Mauro Millán, un integrante de la agrupación, quien agregó, refiriéndose a la Southerland Company, compañía inglesa que era la anterior propietaria de esas tierras: “Los ingleses eran más humanos”. Pero la explotación laboral no era el único sustento de la protesta. Ya en aquella denuncia de la organización se asomaba otro problema, más permanente y de daño más extensible: los magnates textiles -dueños de 800 mil hectáreas en la zona de la precordillera y la meseta patagónica- se habían apropiado del río Lepá (fundamental para el sustento de la comunidad de Vuelta del Río, a 90 km. de Esquel, que soporta frecuentes temporadas de sequía) y habían cortado el paso a los pobladores -en su mayoría mapuches-, obstaculizando con candado las tranqueras de acceso y cerrando las compuertas. En un documento emitido en marzo de 1998 por la organización 11 de Octubre se afirma que la compañía italiana había obtenido títulos de propiedad sobre tierras indígenas cultivadas y habitadas por familias mapuches que ahora deben alojarse en una pequeña parcela de tierra llamada “Reserva de la Compañía”. El caso no es excepcional: en la actualidad la mayor parte de la Patagonia se encuentra en manos de extranjeros (ver recuadro 3). En la zona de los lagos, en la localidad de Cholila, se han verificado inversiones del ex dueño de la cadena CNN, Ted Turner, del actor Sylvester Stallone y del dueño de la casa de subastas Christie’s; el financista Joseph Lewis posee la más espectacular mansión de la Patagonia, y dentro de su enorme predio se encuentra el célebre lago Escondido, cuyo acceso se ha clausurado a toda la comunidad (aborigen, argentina, internacional). Quién da más El desarrollo sustentable y el futuro ecológico de la zona habitada por la comunidad mapuche se encuentran afectados por la amenaza de la contaminación que sobrevendría de la explotación que una corporación minera canadiense pretende hacer de sus montañas. Alrededor de 31 mil personas habitan en la ciudad de Esquel, enclavada sobre las márgenes del Arroyo Esquel, en la provincia de Chubut, al oeste de la Patagonia, una zona reconocida por la riqueza de sus lagos, bosques, cerros y valles, dedicada al turismo y la producción agropecuaria, forestal y agroindustrial orgánica. En el mes de enero de 2001 una comunidad mapuche de la Alta Cordillera Andina, la Comunidad “Huisca-Antieco” de Chubut, denunció públicamente que un grupo de personas, portando herramientas y vehículos sofisticados, se había introducido sin autorización en su territorio y habían realizado estudios mineros en la zona. Desde entonces y hasta la actualidad ya se han concesionado
más de 180.000 hectáreas para exploraciones y se
continúan otorgando permisos de exploración en áreas
que afectarían la cuenca del Futaleufú (vertiente
al Pacífico), el Parque Nacional Los Alerces, y las nacientes
del río Chubut (vertiente al Atlántico). De ser
instrumentado el proceso de explotación de oro, la compañía
minera utilizaría 6 toneladas de cianuro por día
en sólo una de las minas. Según Guillermo Hughes,
Director General de Minas y Geología de Chubut, hasta el
momento se “llevan perforados más de 40.000 metros
de montaña en un yacimiento ventajoso por sus bajos costos
de producción en relación con otros, ya que se encuentra
a sólo 7 km. de Esquel, con el aeropuerto enfrente y sin
necesidad de gastos para la infraestructura de campamentos”. De acuerdo a un informe presentado por Theomai (Red de Estudios sobre Sociedad, Naturaleza y Desarrollo) la explosión de más de 42.000 toneladas de roca por día y su posterior molienda, “además de los problemas inmediatos de polvos en suspensión, dará origen en cada mina a los conocidos drenajes ácidos y a la solubilización de metales pesados, que pueden persistir por siglos”, con secuelas de contaminación irremediable en las cuencas de los océanos Atlántico y Pacífico. Otro de los recursos locales amenazados es el agua de la ciudad, cuyo abastecimiento es vital para toda la región. La empresa utilizaría 1.000.000 de litros diarios para diluir el cianuro. Los habitantes de Esquel no se resignaron a la instalación de la empresa minera y se organizó la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Esquel y las manifestaciones contra Meridian Gold y su subsidiaria, El Desquite S.A., se intensificaron. El 4 de abril de 2003 alrededor de 6.000 manifestantes se volcaron a las calles de Esquel y alzaron cruces contra la mina. El 23 de marzo de 2003 se realizó un plebiscito en Esquel y una abrumadora mayoría de 10 mil votantes (más del 81% del electorado) sufragó en contra de la instalación de la mina. El 70% del padrón concurrió a votar.
Luego de conocerse los resultados, la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Esquel señaló: “No hay nada más que discutir. El pueblo le dice “no” al emprendimiento minero de una manera contundente”. Los vecinos, Greenpeace y otras entidades ambientalistas exigen a la multinacional Meridian Gold a que abandone el proyecto y que se retire de la zona. Se espera que tanto el gobernador de Chubut, José Luis Lizurume (Alianza UCR Frepaso), como el intendente Rafael Williams (Partido Justicialista) acaten la decisión tomada y no otorguen las habilitaciones comerciales a la empresa minera y sus contratistas. Oro meridiano En otro informe presentado por la Red Nacional de Acción Ecologista (RENACE), elaborado por el Movimiento Antinuclear del Chubut (MACH) y apoyado, entre otras instituciones, por la Organización Mapuche-Tehuelche 11 de Octubre, éste podría ser el primero de una serie de proyectos de extracción minera que afectarán a toda la región andino-patagónica y en general a toda la cordillera de Los Andes de Argentina y Chile, debido a los privilegios otorgados a las multinacionales a través del Tratado de Integración Minera, firmado en diciembre de 1997. Con la concesión de tierras a la empresa Meridian Gold para desarrollar exploraciones mineras -habitadas por, al menos, tres comunidades aborígenes-, el Gobierno de Chubut ha ignorado las leyes y acuerdos en vigencia para los territorios aborígenes. Tampoco ha cumplido con la consulta obligatoria a las comunidades habitantes de la zona (Convenio Nº 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales, Ratificado por Argentina y vigente por Ley Nacional Nº 24.071). La tierra de la gente de tierra La historia del pueblo mapuche empieza en la historia antigua de la región patagónica de Sudamérica, descubierta por el hombre hace aproximadamente 30 mil años. Pueblos de origen paleolítico se asentaron a ambos lados de la cordillera de los Andes y se dedicaron a la caza y a la recolección de frutos silvestres. Esta cultura dio origen a los pueblos de puelches, pehuenches, onas y tehuelches. En estos valles fue donde se desarrolló la cultura araucana o mapuche, que entre el siglo XI y XII arribó desde los Andes a la zona del río Cautín, en Chile. A comienzos del siglo XII, el pueblo quechua creó el
Imperio Tahuantisuyo -cuya capital fue Cuzco-,
que domina los pueblos y civilizaciones existentes. El
pueblo inca conquistó en 1460 el norte de Chile hasta Coquimbo
y en una segunda invasión en 1485 lograron llegar al río
Maule, de donde no pudieron pasar por la tenaz lucha de los mapuche.
Sin embargo, la civilización inca fue decisiva en el desarrollo
del pueblo mapuche, que pronto aprendió a tejer con las
más de 40 combinaciones del telar incaico. Hace cinco siglos los mapuches estaban establecidos en la zona de los lagos precordilleranos del valle central de Chile. Se instalaron en grupos reducidos que basaban su supervivencia en la caza, la recolección y el cultivo de papas en pequeños huertos ubicados en terrenos húmedos. Estas poblaciones se extendieron por el sur hasta el río Maullín en Chile y posiblemente hacia el oeste, ocupando el norte y centro de la actual provincia de Neuquén. A la llegada de los españoles, el pueblo mapuche habitaba la región ubicada entre los ríos Itata y Toltén, pero a partir del siglo XVIII se instalaron no sólo en la zona patagónica sino también en el área norpampeana (Cuyo, Tucumán y Buenos Aires), donde se dedicaron a la crianza de ganado y más tarde la agricultura. Compartía con los picunche (“gente del norte”) y los huiliche (“gente del sur”) una misma lengua, que se extendió desde del Río Choapa, al norte, hasta Chiloé, al sur. Antes de que los españoles
llegaran al Cono Sur del continente en el año 1540, los
mapuche constituían una población de alrededor de
dos millones de personas (en la actualidad suman aproximadamente
1.400.000 habitantes en Chile y 200 mil en Argentina; de acuerdo
a algunos estudiosos se trataría del mayor grupo indígena
de Sudamérica). Un siglo después de su llegada,
los conquistadores españoles firmaron en 1641 el Tratado
de Quillin, que definía las fronteras con la nación
mapuche. La Corona española reconocía, en
este tratado, la independencia del pueblo mapuche y la soberanía
de los territorios al sur de los ríos Bío-Bío
en Chile y Colorado en Argentina. Este reconocimiento fue varias
veces quebrantado durante el período colonial. Las periódicas
guerras que se alzaron en aquel entonces entre españoles
y mapuches eran sucedidas por celebraciones de tratados de paz
(28, en total) que duraban poco. Sin embargo, durante todo el
período colonial, España nunca logró conquistar
los territorios mas allá de la frontera fijada por el Tratado
de Quillin Luego de la derrota de los españoles
y la formación de los estados de Argentina y Chile en 1810,
los tratados de 1641 fueron abolidos. Las nuevas repúblicas
establecieron nuevos tratados que fueron ocupando, gradualmente,
territorio originalmente mapuche. El pueblo mapuche sufrió
la conquista territorial, la agresión militar y la persecución
de comunidades enteras. La Conquista del Desierto: los desterrados A fines del siglo XIX los ejércitos
de Argentina y Chile asaltaron el territorio mapuche y diezmaron
a su población, en una resolución que en Argentina
tomó el nombre de “Conquista del Desierto” (1879)
y en Chile “Pacificación de la Araucanía”
(1861-1883). “La Conquista del Desierto” fue una campaña de exterminio que tuvo como objetivo una limpieza étnica (“la supresión de los indios ladrones que ocupaban el Sur de nuestro territorio y asolaban sus distritos fronterizos”, según el informe oficial de 1881 de la Comisión Científica agregada al Estado Mayor General de la Expedición al Río Negro, realizada en 1879 bajo las órdenes del General Julio A. Roca en Argentina) y la posterior ocupación de Río Negro y Neuquén, para afianzar la soberanía nacional en sectores cuya jurisdicción era entonces pretendida por la República de Chile. Se trataba (según el mismo informe) de conquistar un área de 15.000 leguas cuadradas ocupadas al menos por “unas 15.000 almas, pues pasa de 14.000 el número de muertos y prisioneros que ha reportado la campaña”. Se pretendía una conquista absoluta y un exterminio masivo, “no era cuestión de recorrerlas y de dominar con gran aparato, pero transitoriamente, como lo había hecho la expedición del Gral.Pacheco al Neuquén...”. Era preciso conquistar eficazmente esas 15.000 leguas, “limpiarlas de indios de un modo tan absoluto, tan incuestionable, que la más asustadiza de las asustadizas cosas del mundo, el capital destinado a vivificar las empresas de ganadería y agricultura, tuviera él mismo que tributar homenaje a la evidencia, que no experimentase recelo en lanzarse sobre las huellas del ejército expedicionario y sellar la toma de posesión por el hombre civilizado de tan dilatadas comarcas” (ver recuadro 1). La campaña tuvo un éxito inmediato. La expedición a Río Negro alcanzó su fin muy pronto (el plan se ejecutó en menos de tres meses), los pueblos aborígenes fueron capturados y asesinados y los únicos fugitivos recorrían el territorio “sin cohesión y sin jefes” (sin embargo, los lazos entre los mapuches de Chile y Argentina se mantuvieron luego de esta campaña: el pueblo mapuche había logrado establecer un fluido intercambio comercial de ganado a ambos lados de la cordillera). La “raza estéril” que ocupaba las “tierras nuevas” había sido sometida y aniquilada para otorgar el territorio a una -siempre según el informe escrito en 1881- “raza joven y emprendedora”, dueña de “la superioridad intelectual, la actividad y la ilustración”. Las pocas sublevaciones que se dieron más tarde en el entonces Territorio Nacional del Chaco fueron también sofocadas por la fuerza. Desde entonces, los pueblos indígenas fueron ignorados por la política oficial y abandonados a la marginación. Los nativos, que habían poseído hasta entonces aquellos territorios, fueron aceptados apenas como “ocupantes” de sus tierras, que fueron privatizadas. La migración mapuche se diversificó: los caciques que se habían sometido a partir de la campaña fueron premiados con concesiones de tierras, y esto originó una serie de reasentamientos, así como también la realización de reservas nacionales (a partir de 1940), por parte de la Administración de Parques Nacionales, promovieron el desalojo y traslado de las comunidades. 30/04/2003 |
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