Relaciones Internacionales

Lo que vemos y lo que no: la interna de la OMC
La Organización Mundial del Comercio (OMC) está dominada por unos pocos pero grandes países industriales que negocian y toman las decisiones tras puertas cerradas. Luego intentan poner de su lado países en desarrollo "influyentes", escogidos por ellos. Esta carencia de democracia hace de la OMC una de las organizaciones internacionales menos transparentes.

En teoría, la OMC consiste de miembros con igualdad de condiciones, en términos de derecho formal, en lo relativo a la toma de decisiones. Sin embargo, muchos países en desarrollo se han visto, en realidad, incapacitados de participar plenamente. Algunos ni siquiera tienen una delegación en Ginebra, donde la sede de la OMC está situada; otras delegaciones cuentan con personal escaso y a veces no tienen la capacidad de mantenerse al tanto de los giros y vueltas de las discusiones y negociaciones, y por lo tanto no llegan a tener incidencia sobre las medidas. Estos pocos dirigentes deben, eventualmente, asistir también a reuniones de agencias de las Naciones Unidas, y a menudo faltan a aquellas que tienen lugar simultáneamente en la OMC. La desigual capacidad agrava la desigual participación.

Este problema de desigual capacidad de participación en las decisiones se ve agravado por la relativa falta de claridad en algunos aspectos clave del funcionamiento de la OMC, lo que provoca, a su vez, un efecto adverso en la participación. La OMC ha sido y sigue siendo una de las organizaciones internacionales menos transparentes. La principal razón de este fenómeno reside en sus métodos de trabajo y en el sistema que ampara la toma de decisiones. Oficialmente, éstas se toman en base al concepto "un país, un voto", y por consenso; de este modo, se otorga a la OMC la apariencia de una organización cuya toma de decisiones es democrática. El Consejo General, compuesto por diplomáticos de los estados miembro con sede en Ginebra, o los delegados de los organismos subsidiarios que deben rendirle informe (como, por ejemplo, el Comité de Agricultura o el Consejo de los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio -Consejo de los TRIPS-) son los encargados de tomar las decisiones. Las más importantes también se adoptan o se aprueban en las rondas que los ministros de finanzas miembros llevan a cabo en la Conferencia Ministerial, que se realiza, normalmente, cada dos años.

El "Efecto del Cuarto Verde"

En la práctica, la OMC y su predecesor, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (el GATT), han sido dominados por un puñado de países industriales. A menudo, estos países negocian y adoptan las decisiones entre ellos mismos. Luego, en reuniones de carácter informal, emprenden el ejercicio de imponerse -a menudo a través de intensas presiones- sobre un número selecto de países en desarrollo que son considerados más importantes o influyentes que el resto. La mayor parte de los miembros de la OMC pueden no estar invitados a estas reuniones e incluso no saber dónde se realizan o qué ocurre mientras duran. Luego de alcanzar el acuerdo entre un grupo relativamente pequeño, es bastante más fácil trasladarlo al cuerpo mayor. Este proceso de toma de decisiones elaborada por un número limitado de países hace referencia a lo que en la jerga de la OMC se denomina el "efecto del cuarto verde", así llamado por el color de la oficina del Director General, donde muchas de las reuniones de este tipo tuvieron lugar durante las negociaciones comerciales de la Ronda Uruguay del GATT. En la era OMC, este "efecto del cuarto verde" se ha practicado particularmente en el intenso período previo a las Conferencias Ministeriales, así como también durante su transcurso, y muy especialmente en la primera Ministerial (como se las suele llamar) de Singapur y durante la tercera Ministerial de Seattle.

El sistema de la adopción de decisiones por "consenso" también se implementa de manera extraña. En cuestiones en las que una mayor parte de los países en desarrollo (que conforman la mayoría de los miembros de la OMC) puede llegar a estar de acuerdo, se dice que "no existe consenso", aún cuando quienes disientan con esa mayoría sean unos pocos países desarrollados; entonces la cuestión estudiada directamente se suprime o no tiene posibilidad de ser negociada con éxito. Sin embargo, en caso de que las grandes potencias (especialmente Estados Unidos, la Unión Europea y Japón) lleguen a un acuerdo en un asunto particular, un número considerable de países en desarrollo discrepe y la gran mayoría se mantenga en silencio, es posible que estas potencias se embarquen en el proceso que ellas llaman "de construcción de consenso". En realidad, esto significa agotar la resistencia de los países que se habían resistido hasta lograr que aquellos que insistan en mantenerse "fuera del consenso" sean sólo unos pocos. Luego es relativamente fácil presionar a estos pocos para que ellos también acepten "unirse al consenso".

Sin consenso

En 1996, los países desarrollados presionaron duramente para lograr que tres temas (inversión, política de competencia y adquisiciones gubernamentales) fueran introducidos como nuevos asuntos (y eventual materia de negociación en acuerdos) de estudio por la OMC. En 1999, en los meses previos a que la Conferencia Ministerial de Seattle lanzara su segunda ronda de negociaciones, el Director General de la OMC puso en práctica el "efecto del cuarto verde". Se crearon varios grupos pequeños para discutir diversos temas polémicos, pero la mayoría de los países del Sur no fueron invitados a asistir. En la propia Conferencia de Seattle se montaron nuevamente los grupos de negociaciones, cada uno con sus temas particulares. Muchos de los países en desarrollo no fueron invitados a ninguno de estos grupos. Asimismo, los representantes de aquellos países que sí estuvieron presentes quedaron, en general, insatisfechos con la forma de organización de estas rondas y con los criterios de búsqueda de conclusiones. Finalmente, en vísperas de la clausura de la Conferencia, muchos países del Sur (especialmente los miembros del Grupo de África y los países del Caribe) declararon específicamente que ellos no se sumarían a un consenso si el borrador de la Declaración era presentado recién el último día. Esta fue una razón fundamental para que la ronda de Seattle colapsara, y constituyó además un factor de estímulo para el movimiento antiglobalización.

Fuente: El sistema multilateral de comercio: una perspectiva de desarrollo.

14/04/2003



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