Sociedad

Lo que el velo deja ver
Sistemáticamente, detrás de bombardeos a países musulmanes, los gobiernos de Occidente suelen hablar del sometimiento en que viven las mujeres bajo el Islam.

Desde los medios de comunicación occidentales, la geopolítica se maquilla con alta costura y mujeres cubiertas con velo o burqa son proyectadas como el emblema de la tiranía de ciertos regímenes en particular y, en general, del Islam. Cuando por ejemplo desde el Pentágono se habla de derrocar a algún gobernante del mundo musulmán, se yuxtaponen esas imágenes de mujeres con el rostro cubierto para dar a entender que, con las bombas, habrá de llegar la liberación (para las mujeres y por extensión, para toda la población).

Suele confundirse, desde la perspectiva occidental, modernización (y occidentalización) con liberación. Por esa razón, siempre desde esta óptica, se asume que una mujer que vive en un país islámico y adopta una vestimenta occidental de por sí es más "emancipada" que una que viste ropas tradicionales. Pero, como señalan varias feministas musulmanas, suele darse lo contrario: por ejemplo, una operaria de fábrica palestina, que viste ropas tradicionales y cubre su rostro suele ser, a la vez, activista política en el underground, en tanto que, por ejemplo, una señora egipcia que usa ropas de un modisto italiano puede, en realidad, estar viviendo una vida de absoluta sumisión a su esposo, sin voz en ningún ámbito. En este sentido, se pude llegar a sospechar que esos velos que, en tiempos de guerra, muestran obsesivamente las cámaras de Occidente dicen lo contrario, en muchos casos, de lo que quieren hacer decir.

La paz del velo

Tanto las mujeres provenientes de países islámicos como las conversas a la fe de Mahoma nacidas en Occidente, insisten en que la asunción del velo -que implica sometimiento a la voluntad de Alá de que las mujeres sean "modestas"- llega a ser un acto liberador. El velo las protege de las miradas y el acoso de los hombres y, fundamentalmente, estaría cumpliendo con la prescripción del Corán, en la medida en que, encubriendo la belleza física personal, destaca la individualidad así como la completud de la mujer, a menudo opacada por el énfasis que se pone en su apariencia.
Las feministas musulmanas insisten, además, en que el empleo del velo varía de acuerdo al momento y el lugar. Las activistas de Arabia Saudita, por ejemplo, han reivindicado la utilización de un tipo especial de velo; las iraníes, por otra parte, lo asumieron como señal de protestas ante el régimen del shah, que fuera derrocado por la revolución islámica de 1979. Dentro del mundo musulmán, la vestimenta de las mujeres implica un gesto integrador, pero fuera de él puede convertirse en lo contrario. Así, es frecuente que el chador, que toca la cabeza de las musulmanas que viven en Occidente - incluso aquellas de ascendencia occidental - las haga víctimas de discriminación.

Lo que se hace inocultable es que aquellos ajenos al contexto en cuestión no deberían aferrarse a un aspecto de las culturas de otros pueblos, ni efectuar juicios sobre lo que ven, si no entienden el cuadro completo. Del mismo modo, nadie puede descansarse y asumir que la lucha por la igualdad de las mujeres ha sido ganada, sea que éstas usen un velo o no, o sea que se trate de su elección o deje de serlo. La opresión sobre las mujeres, cualquiera su color o credo, es todavía un factor primordial que impide a muchos países alcanzar todo su potencial.

14/04/2003

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 La poliginia y el profeta

La poligamia - más exactamente la poliginia, o matrimonio con más de una mujer - es una institución antiquísima, practicada en múltiples culturas y, todavía hoy, objeto de debate. El Corán, libro sagrado de los musulmanes, no la prohíbe, pero tampoco la recomienda. La prescripción coránica de que un musulmán puede tener hasta cuatro esposas (siempre que a cada una de ellas se le brinde, junto con los hijos, los mismos derechos y condiciones) resultó, en la práctica, una limitación realizada en tiempos del profeta, cuando era frecuente que los varones tuvieran un número mucho mayor de cónyuges.

La práctica, tanto en los dominios originarios del Islam, como de muchas otras partes del planeta, respondía, mayormente, a la existencia de un número mayor de mujeres que de hombres, principalmente debido a las guerras. Dentro del Islam, resultaba en muchas ocasiones una ayuda a las viudas que habían quedado desamparadas.

Actualmente, la vasta mayoría de hombres musulmanes es monógama (es demasiado oneroso mantener cuatro mujeres). Sin embargo, salvo excepciones concretas como Túnez o Turquía, la poliginia es legal en la mayoría de los países musulmanes

El resultado de las restricciones, todavía al día de hoy, es que la gran mayoría de los musulmanes son monógamos. De todas formas, salvo excepciones, como Túnez o Turquía, la poliginia es legalmente permitida en la mayoría de los países donde predomina el Islam.

Poliginia y adulterio

El testamento cristiano no prohibió la poliginia, aunque desde sus primeros tiempos la Iglesia Católica sí lo hizo. La falta de condena en la Biblia llevó, por ejemplo, a que los mormones reivindicaran la práctica. En lo que sí es claro el Islam es en su condena al adulterio (tanto de mujeres como de hombres). En el mundo islámico se considera que la poligamia es un antídoto contra el adulterio. A pesar de esta concepción existen todavía numerosos casos de adulterio, incluyendo aquellos donde bajo la ley sharia se resuelve que la mujer sea lapidada hasta la muerte, mientras el hombre no se somete a ninguna pena. Como defensa de la poliginia, los musulmanes señalan el aumento relativo del adulterio y el divorcio en las sociedades occidentales Como argumento en defensa de la poliginia, musulmanes y musulmanas suelen contraponer el número de creciente de adúlteros y divorcios que se da en Occidente frente a su propia realidad.

 Mutilación genital femenina: "a espaldas del Profeta"

Una práctica que causa horror a los activistas de derechos humanos es la mutilación genital femenina, término que se utiliza, según la variante, para describir distintos tipos de ablaciones, como la de la totalidad o parte del clítoris, de los labios menores, de todos los genitales externos o distintas incisiones, cauterizaciones e infibulaciones.

Esta forma de mutilación cuenta con miles de años de antigüedad y pervive en unos 30 países, ubicados en el noreste africano y en el África subsahariana, en partes del Medio Oriente y, en menor grado, en pequeños grupos musulmanes de Asia, entre algunos grupos indígenas de Sudamérica y entre grupos inmigrantes de Europa y Norteamérica. Si bien esta intervención suele practicarse para marcar el pasaje de la niñez el estado adulto de las mujeres, a menudo se le practica también a niñas de entre cuatro y doce años de edad. En algunos casos, incluso, se mutila a niñas de apenas días. En otros casos se la reserva para el momento previo al matrimonio o tras el primer embarazo.

Si bien su origen exacto sigue siendo desconocido, las investigaciones actuales indican que, en el siglo V a.C. era conocida por los egipcios y practicada antes del matrimonio. Tanto los primeros romanos como los árabes la emplearon por razones cosméticas y, en ocasiones, como indicación de esclavitud o subordinación. Se estima que se extendió por África a través del comercio y la diseminación del Islam. Pero, no obstante este origen, y contrario a lo que se cree vulgarmente, no se trata de una práctica sancionada por el Corán. Las distintas variantes de mutilación genital femenina son prácticas atávicas que, en cada uno de los países donde sobrevive, llevan adelante grupos humanos constituidos por judíos, cristianos, musulmanes y adherentes de religiones africanas. Dado que el Corán no la sanciona, se podría decir que se practica "a espaldas del Profeta".




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